En Cartas Obispo Emérito, General

Queridos hermanos y amigos:

En este domingo celebramos la campaña anual de Manos Unidas que tanta resonancia tiene en nuestra diócesis. Manos Unidas nació en 1959 como una acción puntual cuando Mujeres de Acción Católica Española organizaron la primera Campaña contra el Hambre que finalmente se celebró en 1960.

Una historia ya larga que, poco a poco, ha ido arraigando en todas las diócesis españolas. Desde 1960, y año a año, se fueron organizando ayunos y colectas para denunciar y luchar contra el hambre y, poco a poco, el importe que se recaudaba iba subiendo hasta que en 1970 la recaudación fue mayor de lo habitual. Pero fue ese año, sobre todo, cuando la organización de la campaña se consolidó ya que la Conferencia Episcopal Española acordó que se hiciera una colecta extraordinaria contra el hambre en el mundo en todas las parroquias de España (el segundo domingo de febrero), y que se convocara una jornada de ayuno voluntario el viernes anterior a dicho domingo.

Nuestra diócesis de Tarazona se ha unido siempre a esta campaña anual de Manos Unidas y lo ha hecho con gran generosidad, ya no sólo con su aportación económica, que siempre ha sido importante pese a ser pequeños, sino sobre todo a la generosidad de los diversos grupos que han fomentado, incluso en los pueblos más pequeños, esta iniciativa. Cuántos gestos de solidaridad y de creatividad se han realizado para que el mensaje de Manos Unidas llegara a todos. Gracias, por lo tanto, a tantas personas, sobre todo mujeres, que han sabido organizar con generosidad las diversas campañas cada año: la Cena del Hambre, que se organiza en tantas parroquias, la campaña del domingo, el montaje de rastrillos y festivales.

En esta campaña que hace el número 59, somos, pues invitados a participar en ella. Comparte lo que importa, es su lema; con éste, en Manos Unidas se pretende seguir trabajando para poner en común experiencias, iniciativas y propuestas que ayuden a vivir la solidaridad. Luchar contra el hambre es la misión de Manos Unidas. Porque el hambre no es una fatalidad o un destino irreparable.

Este año 2018 nuestra diócesis va a colaborar en el fortalecimiento de la seguridad alimentaria de Mugina y Kivumu (Rwanda). El coste total a cubrir por la diócesis es de 51.508,00 euros. Estas zonas rurales de Kivumu y Mugina están llevadas por las Hermanas de la Caridad de Santa Ana y son centros sanitarios, educativos y de formación para las mujeres.

Esta actitud de compartir nos ayuda a hacer realidad el mandato del amor que Jesús nos dio y nos ayuda a vencer nuestro egoísmo. No importa cómo lo hagamos, lo que importa es nuestra ayuda, pequeña o grande, compartiendo lo mucho o lo poco. Existen muchas formas de hacer posibles los proyectos de desarrollo que impulsamos desde 1960 en más de 60 países de África, América, Asia y Oceanía. Cada euro cuenta, porque es un paso más hacia la mejora de las condiciones de vida de miles de personas.

No podemos olvidar hoy, como señalaba más arriba, a los voluntarios y voluntarias de Manos Unidas que con generosidad y sabiendo compartir han hecho posible el crecimiento de esta campaña de año en año. Desde sus orígenes, Manos Unidas se constituyó como una organización de voluntarios, es una de sus señas de identidad. Cada año, más de 4.600 personas colaboran con esta organización en calidad de voluntarios.

Gracias, a los voluntarios de nuestras parroquias, que lleváis muy dentro lo que es Manos Unidas y habéis puesto a su servicio vuestras mejores iniciativas. Gracias a las responsables, presidentas y equipos directivos, que en estos años habéis sabido animar y fomentar la campaña de cada año y los proyectos que hemos acogido en distintos lugares de la tierra.

En la publicación de esta semana de “Iglesia en Aragón” encontraréis más información sobre el proyecto que este año la diócesis de Tarazona ha adoptado, con él somos todos llamados a compartir lo que importa.

Con todo afecto os saludo y bendigo

+ Eusebio Hernández Sola, OAR

Obispo de Tarazona

 

 

 

 

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