En Cartas Obispo Emérito

Queridos hermanos y amigos:

En el Evangelio de este domingo (Marcos 6, 30-34) escuchamos una frase que siempre llama la atención, Jesús viendo a la gente que le seguía se da cuenta de que: “Andaban como oveja sin pastor”. Algo que desgraciadamente también sucede en nuestros días. Tantas personas que no tienen una orientación clara de sus vidas, y arrastradas, a su vez, por tantas cosas que prometen felicidad y no la dan.

Ante esta realidad nuestra respuesta no puede ser el lamento y el pesimismo, esto es lo más fácil, nuestra actitud debe ser la de ofrecer, sin cansancio, la “Buena Noticia del Evangelio de Jesucristo” y el testimonio de nuestras propias vidas.

Hoy celebramos a Santa María Magdalena, aunque al caer en domingo queda suprimida su fiesta salvo en los lugares en que es la patrona y, esta mujer santa, puede ser un gran ejemplo de lo que hoy se espera de nosotros y el mismos Señor nos reclama: nuestra misión es anunciar el Evangelio de Cristo que ha resucitadO.

En el año 2016, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, daba a conocer el decreto por el que a partir de entonces María Magdalena sería “festejada” litúrgicamente como el resto de los apóstoles. Más aún como “apóstola de los apóstoles”.

El arzobispo Arthur Roche, secretario de esa congregación explicaba: “Por una parte tuvo el honor de ser el ‘el primer testigo’ de la resurrección del Señor, la primera en ver la tumba vacía y la primera en escuchar la verdad de su resurrección. Cristo tiene una consideración y una compasión especial por esta mujer, que manifiesta su amor por él, buscándolo en el huerto con angustia y sufrimiento, con lacrimas humilitatis, como dice San Anselmo”.

La figura de María Magdalena es una invitación a toda la Iglesia, a entrar en una experiencia de fe que sobrepasa todo apropiación materialista y comprensión humana del misterio divino. Es una buena lección para todos los discípulos de Jesús: no buscar seguridades humanas ni títulos mundanos sino la fe en Cristo vivo y resucitado.

Nosotros también hoy, como María Magdalena, debemos escuchar la voz que ella escucha de Cristo en el sepulcro: “Ve donde mis hermanos y diles: He visto al Señor”. De este modo se convierte en evangelista, es decir, en mensajera que anuncia la buena nueva de la resurrección del Señor.

Nosotros viendo, como Jesús, a tantos que andan como ovejas que no tienen pastor, y que están desanimados, como los apóstoles después de la pasión y muerte del Señor, debemos compartir sin miedo y con valentía nuestro testimonio de Cristo resucitado.

La Magdalena es una testigo, no es una maestra, y esto lo que, precisamente, necesita el mundo, testigos antes las ovejas que viven sin pastor. Como ella anunciemos a Cristo resucitado, esperanza y vida para el mundo.

A su vez su figura resalta la misión especial de la mujer en la Iglesia, cuántos hemos recibido de nuestras madres el testimonio de la fe, de tantas otras que se dedican a la catequesis y a hacer presente la caridad y el amor del Padre.

No tengamos miedo, como María Magdalena, seamos testigos de Cristo resucitado.

Con todo afecto os saludo y bendigo.

+ Eusebio Hernández Sola, OAR

Obispo de Tarazona

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