En Cartas Obispo Emérito

El domingo 10 de noviembre celebramos el día de la Iglesia diocesana. El lema de este año da continuidad del año pasado: «Somos una gran familia contigo» pero lo concretamos en «Sin ti, no hay presente. Contigo, hay futuro».

Hoy es un día para tomar conciencia de nuestra pertenencia a la iglesia diocesana y a la iglesia universal y, desde este sentirnos familia, agradecer a Dios la vida de cada cristiano, de cada parroquia de nuestra querida diócesis de Tarazona. Que nuestras comunidades parroquiales no se cierren en sí mismas, sino que estén abiertas a toda la Diócesis; estamos llamados a remar todos juntos en la misma dirección y a hacer de nuestras parroquias, de nuestras instituciones y asociaciones eclesiales verdaderos lugares de misión, con un espíritu evangelizador.

El lema de este año es una llamada al compromiso personal, a no sentirnos excluidos de las responsabilidades de nuestra familia diocesana. Dirijamos la mirada a los lugares y las personas concretas con las que vivimos nuestra fe. Del mismo modo que ninguno existimos sin nuestras circunstancias, sin enraizamiento y vinculación a una familia concreta, así tampoco existimos como hijos de Dios sin unas personas, una historia particular y un compromiso personal y comunitario.

Cada uno de nosotros somos responsables de cuidar nuestra familia diocesana como un gran tesoro, a nuestros hermanos y hermanas, a nuestros sacerdotes y personas consagradas, a nuestros templos, tareas e iniciativas comunes. Cada uno de nosotros debemos aportar nuestro granito de arena para construir una iglesia diocesana que sea signo e instrumento de acogida, de paz, de justicia y de amor. Que nuestros gestos y palabras sean un anuncio de la alegría del Evangelio de Jesús que llena el corazón de cada persona que se encuentra con Él.  Solo si hoy somos testigos estamos sembrando el futuro.

Pero la iglesia, como cualquier familia humana, necesita de medios económicos. El trabajo evangelizador, el anuncio de la Palabra, la preparación de la catequesis, la celebración de los sacramentos, las actividades docentes y asistenciales, la acción socio-caritativa, la misión de Cochabamba y todas las iniciativas pastorales requieren de la generosidad y el esfuerzo de todos.

La colaboración económica de todos los fieles es expresión de comunión y manifestación del gran gesto del compartir lo que somos y lo que tenemos. Vuestra ayuda económica es misionera, del mismo modo que lo es vuestra participación activa en la vida de la Iglesia, en cada una de vuestras parroquias. En el hecho de compartir se hace visible el amor de Dios que habita en nuestros corazones, como nos recuerda la Primera Carta de Juan: «Si uno tiene bienes del mundo y, viendo a su hermano en necesidad, le cierra sus entrañas, ¿cómo va a estar en él el amor de Dios?» (1 Jn3,17).

Quiero agradecer a tantas personas, parroquias y comunidades que comparten lo que tienen y ponen a disposición de todos unos recursos que son imprescindibles para uso común. Os invito a todos, con motivo de esta Jornada, a dar gracias a Dios por la Iglesia, a sentiros en ella como en vuestra familia y a colaborar, con vuestro trabajo apostólico y con vuestra ayuda material, a su misión y a su sostenimiento económico. Gracias a todos por vuestra entrega, disponibilidad y generosidad.

Para todos un cordial saludo fraterno y mi bendición.

 

Eusebio Hernández Sola, OAR.
Obispo de Tarazona

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