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1.-«Después de leer el DEC en un clima de oración, ¿qué intuiciones resuenan más fuertemente con las experiencias y realidades concretas de la Iglesia en el continente? ¿Qué experiencias parecen nuevas o iluminadoras?»
Los grupos que han participado en la reflexión y diálogo del Documento de Trabajo de la Etapa Continental han expresado su alegría por haber tomado parte en este camino sinodal. Agradecen la invitación del Papa Francisco y de la Diócesis por poder vivir esta experiencia eclesial.
La mayoría de los grupos expresan la necesidad de renovación que necesita la Iglesia para caminar, conducida por el Espíritu, en este momento del siglo XXI.
Los grupos van descubriendo que la sinodalidad no es algo más en la Iglesia, sino que es el modo de ser Iglesia en el que todos nos sentimos comprometidos.
Todos coinciden en expresar la experiencia gozosa vivida al darse cuenta de cómo todos por el Bautismo compartimos la misma dignidad y la vocación de participar en la vida de la Iglesia. Dignidad que nos llama a caminar juntos.
“Ensancha el espacio de tu tienda…” (Is. 54,2) es una llamada a acoger a todos, dando cabida a la diversidad.
Sentimos una llamada a superar el clericalismo, de forma que todos nos sintamos en camino, cada uno con su misión. Ha sido una experiencia gratificante el que juntos, sacerdotes y laicos, hayamos podido dialogar con libertad.
La lectura del Documento nos ha hecho caer en la cuenta de la importancia de la escucha y del discernimiento para llegar a consensos.
Todos los grupos expresan la necesidad de que la mujer sea valorada y equiparada en sus funciones a los varones.
Al caminar vemos que necesitamos una formación integral.
El pueblo de Dios valora la presencia cercana de los sacerdotes que son fieles a su misión y caminan con el pueblo.
Algunos grupos resaltan que la participación en estos encuentros ha fortalecido su pertenencia a la Iglesia.
2? «Después de leer el DEC y haber estado en oración, ¿qué tensiones o divergencias sustanciales surgen como particularmente importantes desde la perspectiva del continente? En consecuencia, ¿cuáles son las cuestiones e interrogantes que deberían abordarse y considerarse en las próximas fases del proceso?»
Hay grupos que sienten miedo ante este camino que ha emprendido la Iglesia. Dicen que no saben a dónde nos va a llevar. Junto a esto, hay miedo al cambio, a tomar posturas innovadoras. También algunos expresan el miedo a que este camino sinodal sea una moda más pasajera que no tenga arraigo en la Iglesia y quede en un nuevo intento de renovación.
Definir el papel de los laicos en la Iglesia. Dicen que hay laicos que actúan como clérigos y clérigos que actúan como laicos. Armonizar los dones carismáticos con los dones jerárquicos. Armonizar estos dones, sin oponerlos.
Hay un fuerte contraste entre el número y las aportaciones de las mujeres a la Iglesia y el poco poder de decisión. En algunos casos se emplea a las mujeres como ayudantes.
Se da por supuesto la importancia de la Liturgia en la vida cristiana. Contrasta el protagonismo del sacerdote y la pasividad de los participantes. Preocupa el alejamiento de algunas homilías del Evangelio y de la vida de la gente. Hay una petición unánime de celebraciones más vivas.
Quejas del papel que desempeñan los Consejos en la vida de la Iglesia: protagonismo excesivo de los sacerdotes que se limitan a informar sin dialogo ni discernimiento.
Algunos grupos piden celibato opcional para sacerdotes y recuperación e integración de los sacerdotes secularizados.
Se ven con buenos ojos el que, en los lugares en que sea necesario, los laicos y religiosas puedan presidir celebraciones dominicales.
La formación en los seminarios sea en línea sinodal.
Echamos en falta la presencia de los jóvenes en la Iglesia.
3? «Mirando lo que surge de las dos preguntas anteriores, ¿cuáles son las prioridades, los temas recurrentes y las llamadas a la acción que pueden ser compartidas con las otras Iglesias locales de todo el mundo y discutidas durante la Primera Sesión de la Asamblea Sinodal en octubre de 2023?»
Como base de todo camino cristiano está la oración personal y comunitaria para dejarse conducir por el Espíritu. Cultivar una espiritualidad que acoge las diferencias, promueve la armonía, valora el nosotros. Requiere que reconozcamos la necesidad de una conversión continua.
Necesidad de formación integral para todos, sacerdotes y laicos, en línea sinodal. Una formación que atraviesa todas las dimensiones de la persona: personal, espiritual, teológica, social y práctica.
Actualización de la liturgia. Queremos una celebración litúrgica que permita la participación activa de todos, valorando los ministerios y reconociendo todos los carismas. Es necesario actualizar el lenguaje, las formas, los ritos, de modo que sean inteligibles para el pueblo. Junto a la celebración de la Eucaristía, experimentar otras formas de oración y celebración. Especialmente importante es la homilía en las celebraciones que se pide que sean sencillas, cercanas, y centradas en la Palabra.
Es hora de aceptar el papel de la mujer sin miedos ni complejos. Es necesario que participe en los ámbitos de decisión. Se requiere un discernimiento sobre su grado de participación hasta llegar a una equiparación con los varones.
Profundizar desde Lumen Gentium del Vaticano II sobre la dignidad fundamental de todos los bautizados. Requiere una formación y aceptación por parte de todos de esta dimensión básica del caminar en la Iglesia.
Considerar los Consejos como una estructura básica del camino sinodal. Consejos a nivel de Diócesis, Arciprestazgo, Parroquia. A nivel pastoral y económico. Consejos que no sean informativos, sino deliberativos después de un proceso de dialogo y discernimiento conducido por el Espíritu.
Hay en nuestra sociedad unos colectivos que, por diversas causas, se ven privados de participar en los Sacramentos como los divorciados vueltos a casar, nuevas formas de estructuras familiares. Necesitamos una clarificación sobre la relación y acogida por parte de la Iglesia.
Se expresa el deseo de dar el paso definitivo de una Iglesia de mantenimiento a una Iglesia en salida, misionera, evangelizadora, que no se cierra solo en el culto, sino que sintoniza con el mundo de hoy al que quiere llevar los valores del Evangelio.
El clericalismo es una forma de empobrecimiento de la Iglesia, una cultura que aísla al clero y perjudica al laicado. Superar el clericalismo desde los sacerdotes y los laicos. Nuestra Iglesia necesita buenos sacerdotes y buenos laicos que juntos vayan construyendo el reino que Jesús anunció, cada uno desde su propio carisma.
Planteamiento de la Iniciación Cristiana. Realmente nuestra Iniciación se limita a preparar para los Sacramentos y no inicia en la experiencia de fe. Necesitamos un camino iniciático que conduzca a los catecúmenos a la gozosa experiencia del seguimiento de Jesús.
Programa de formación en los Seminarios en línea sinodal.
Aceptar la pluralidad en la Iglesia: Vale ya de progresistas y tradicionales, de derechas o de izquierdas, de rojos o blancos…, todos seguidores de Jesús en una Iglesia poliédrica.
Tarazona 19 de enero de 2023