De nuevo celebramos esta jornada en la que la Iglesia nos invita a tener presente que “los pobres están en el centro de la atención pastoral”, así lo recuerda al Papa León XIV en el mensaje para la celebración de esta jornada y añade que no son tan solo el centro de atención caritativa “sino también de lo que la Iglesia celebra y anuncia” (5)
El lema que se nos propone para esta jornada dice “Tú Señor eres mi esperanza” tomado del salmo 75. En este salmo se recoge la oración del justo que se siente oprimido, pero que confía, con muchas fuerzas, en la ayuda de Dios para superar esta situación.
Seguro que todos conocemos a personas que están pasando por malos momentos, incluso nosotros mismos tenemos mucha experiencia de haber pasado por etapas difíciles; de haber orado a Dios con confianza, con mucha esperanza, y sentir su consuelo y ayuda. En definitiva, podemos decir que tenemos mucha experiencia de ver a Dios como nuestra esperanza y, por tanto, podemos dar ese testimonio ante los demás. También somos testigos, conocemos gente cuya vida no mejora, gente que no puede disfrutar de una nueva oportunidad, gente que carece de los recursos básicos, personas solas, personas que mendigan, personas a las que muchos les han dado la espalda. Hoy es el día para pensar en ellos, para decirles con nuestro testimonio, que Dios es nuestra primera y única esperanza porque nunca defrauda, está a nuestro lado. En él podemos encontrar fuerzas para los momentos de debilidad y para tener la certeza de que algún día hará realidad en nuestras vidas todos nuestros deseos y alcanzaremos la vida eterna.
Nos muestra el Papa en su mensaje una verdad que nos cuesta creer, “todos los bienes de la tierra no bastan para hacer feliz el corazón” (3), pero si precisamente esa suele ser la gran aspiración de las personas, que no nos falte de nada porque así seremos felices. Sí puede que los bienes nos hagan estar contentos, pero con el corazón vacío, es decir infelices. Por eso añade León XIV “las riquezas muchas veces engañan y conducen a situaciones dramáticas de pobreza, la más grave de todas es pensar que no necesitamos a Dios y que podemos llevar adelante la propia vida independientemente de Él” Esto es lo que nos motiva a llevar esperanza a todas las personas, Dios es la única riqueza que ni se gasta, ni se pierde. Ejercer la caridad es crecer en Dios, porque Dios es amor; no ejercerla, es “carecer de fe y esperanza” y restar esperanza a nuestro prójimo (4).
Jornada de los pobres para sentirles cerca, dejar que se acerquen a nosotros, verlos como los hermanos más amados por Dios y por la Iglesia, para hacer como Jesús que siendo rico se despojó de su condición haciéndose uno como nosotros, y así, todos sentirles como hermanos.
Oremos por los pobres, por los débiles con esta oración preparada para este día,
“Señor, haz que nuestras comunidades sean hogares para todos,
donde los descartados encuentren dignidad
y los desesperanzados descubran tu rostro de ternura.
Que aprendamos a ver en cada pobre
un hermano que nos conduce a ti”
+Vicente Rebollo Mozos.
Obispo de Tarazona









