Queridos hermanos y amigos:
El pasado miércoles, Miércoles de Ceniza, con la bendición e imposición de la ceniza, comenzamos el tiempo de Cuaresma, camino que recorremos en comunión con toda la Iglesia, para prepararnos a celebrar las fiestas pascuales. En este primer domingo cuaresmal quiero reflexionar con vosotros sobre la carta que con motivo de este tiempo el Santo Padre Francisco nos ofrece este año.
Desde hace años, los Papas han querido escribir a todo el pueblo de Dios un mensaje con motivo del tiempo de Cuaresma subrayando, cada año, aspectos importantes de la vida cristiana que son necesarios actualizar y que en este tiempo, dadas sus características de renovación interior, pueden ayudar a los cristianos a vivirlos. Este año tiene por título: “Al crecer la maldad, se enfriará el amor de la mayoría” (Mateo 24, 12).
En su mensaje el papa Francisco nos advierte de los falsos profetas que hoy en día, asumiendo variedad de formas desean apagar en nosotros la fuerza del amor y de la caridad. El Papa expone la forma que estos falsos profetas asumen: “Encantadores de serpientes que se aprovechan de las emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas adonde ellos quieren”. Francisco concreta estas esclavitudes: “El placer momentáneo que se confunde con la felicidad”, “la ilusión del dinero”, “charlatanes que ofrecen soluciones sencillas e inmediatas para los sufrimientos”.
Todas estas actitudes quitan, como dice el Papa, “la dignidad, la libertad y la capacidad de amar”. Son, a su vez, una gran mentira, ya que el demonio es “mentiroso y padre de la mentira” (Juan 8, 44); como dice Francisco, mentira que consiste en que: “Presenta el mal como bien y lo falso como verdadero, para confundir el corazón del hombre”
El fruto que produce esta mentira es el enfriamiento de la caridad en el corazón del ser humano y esto conlleva consecuencias nefastas. El mensaje concreta el principal motivo de este enfriar la caridad: “Lo que apaga la caridad es ante todo la avidez del dinero, ‘raíz de todos los males’ (1 Timoteo 6,10)” y a su vez “esto se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras certezas: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero…”. Y, no sólo, el ser humano queda herido o destruido, el enfriamiento de la caridad también conlleva “la creación atropellada y profanada”, “las comunidades envenenadas por el egoísmo, el pesimismo y la tentación de aislarse”.
Sobre todas estas realidades que el papa Francisco nos presenta, deberemos hacer cada uno de nosotros un serio examen de conciencia en esta Cuaresma, para reconocer nuestra inmersión en este mundo de pecado que enfría nuestra caridad y amor. Y, a la vez, abrir el alma a la acción de Dios que con toda generosidad se nos ofrece en este tiempo de Cuaresma.
El Papa nos propone en esta Cuaresma, como medicina para curar el corazón enfriado, lo que él llama “el dulce remedio de la oración, la limosna y el ayuno”. Lo que la Iglesia nos propone ya al inicio del camino cuaresmal desde el mismo miércoles de Ceniza (Mateo 6, 1-6. 16-18).
Emprendamos nuestro camino cuaresmal con el deseo de calentar nuestro corazón con la fuerza y el fuego del Espíritu Santo. Examinemos nuestras vidas y rectifiquemos en todo aquello que enfría nuestra caridad y amor.
Con todo afecto os saludo y bendigo.
+ Eusebio Hernández Sola, OAR
Obispo de Tarazona