En Cartas Obispo Emérito

Queridos hermanos y amigos:

Mañana celebraremos la solemnidad de San José, esposo de la Bienaventurada Virgen María. En este día se celebra, como es tradicional, el Día del Seminario. Este año el lema con el que se anima esta jornada es “Apóstoles para los jóvenes”. Como en nuestra Comunidad Autónoma nos festivo, celebramos el Día del Seminario en este quinto domingo de Cuaresma que es el más cercano a su solemnidad.

El seminario es en cada diócesis el centro formativo que prepara a los futuros sacerdotes, por lo tanto, un lugar en el que cultivamos con esmero la “semilla” de los que han recibido una llamada de Dios para servir a la Iglesia como sacerdotes. En palabras del papa Benedicto XVI: “La adecuada preparación del sacerdote es el punto de partida de una auténtica reforma de la vida y del apostolado de los presbíteros. (…) También hoy se advierte la necesidad de que los sacerdotes sean testimonio de la infinita misericordia de Dios con una vida toda conquistada por Cristo, y aprendan esto desde los años de preparación en el seminario”.

Como tantas veces he repetido, cuando he hablado del seminario y de la vocaciones, todos los cristianos debemos sentirnos responsables de estas vocaciones y de su cultivo es lo que San Juan Pablo II señalaba en “Pastores dabo vobis” (34): “El sacerdocio es un don que se nos da, pero que tenemos la obligación de cuidar y acompañar desde el primer momento en el que surge la semilla de la vocación, en especial de las vocaciones al sacerdocio”.

Es importante, por lo tanto, que cada cristiano pida al Señor, por la buena formación de los candidatos al sacerdocio y por aquellos a los que se les ha confiado esta formación, ya que ellos el día de mañana serán los pastores que acompañen al pueblo de Dios, es lo que el papa Francisco pedía en una ordenación de sacerdotes presidida por él (Daca, 1, diciembre, 2017) y que nosotros debemos pedir para los seminaristas y sacerdotes: “A vosotros, queridos hijos, que vais a ser ordenados presbíteros, os incumbirá, en la parte que os corresponde, la función de enseñar en nombre de Cristo, el Maestro. Transmitid a todos la Palabra de Dios que habéis recibido con alegría. Y, al meditar en la ley del Señor, procurad creer lo que leéis, enseñar lo que creéis y practicar lo que enseñáis. Que vuestra enseñanza sea alimento para el Pueblo de Dios; que vuestra vida sea un estímulo para los discípulos de Cristo, a fin de que con vuestra palabra y vuestro ejemplo se vaya edificando la casa, que es la Iglesia de Dios”.

Debemos también tener presentes hoy a los sacerdotes. Debemos estar agradecidos a su servicio a la Iglesia y a cada comunidad que se les ha confiado, muchos de ellos a pesar de sus edades avanzadas y a sus achaques atienden con entrega y generosidad a nuestras parroquias. Quiero en nombre de todos agradeceros de corazón vuestro trabajo. Pido también que los fieles sepáis acompañarlos y ayudarlos y nunca falte vuestra oración por ellos.

Para mí mañana es también un día especial, pues se cumplen siete años de mi ordenación episcopal y del inicio de mi ministerio en la diócesis de Tarazona. Agradezco al Señor este don que he recibido y estos años vividos con vosotros, os agradezco también vuestras oraciones. Pido también perdón por aquello que haya hecho mal, a Dios y a vosotros os pido perdón sincero.

Me confío hoy a vuestra oración y, a la vez, en este Día del Seminario os ruego una súplica por los sacerdotes, los seminaristas y para que muchos oigan la llamada del Señor a seguirle sirviendo a la Iglesia en la vida sacerdotal.

Cuento también con vosotros para que, con generosidad, participéis en la colecta de este día en favor del seminario, compromiso de todo el pueblo de Dios. Gracias

Con afecto os saludo y bendigo.

 

+ Eusebio Hernández Sola, OAR

Obispo de Tarazona

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