In Cartas Obispo Emérito

Queridos hermanos y amigos :

Siempre es tiempo para predicar y anunciar el Evangelio, como nos dice la segunda lectura de la Misa de este domingo (1 Corintios 1, 22-25). También este tiempo de Cuaresma es y ha sido un momento oportuno para hacer más intensa la predicación. Predicación a los que queremos vivir con intensidad nuestra vida cristiana y predicación también a aquellos que viven lejos de las prácticas religiosas.

Esta predicación del Evangelio y de Cristo crucificado debe ser hecha siempre con humildad. El papa Francisco en una de sus homilías en la casa de santa Marta (25, abril, 2017) nos presentaba porqué es necesaria la humildad para anunciar el Evangelio de Cristo: “¿Y por qué es necesaria esta humildad? Precisamente porque nosotros llevamos adelante un anuncio de humillación, de gloria, pero a través de la humillación. Y el anuncio del Evangelio sufre la tentación: la tentación del poder, la tentación de la soberbia, la tentación de las mundanidades, de tantas mundanidades que existen y nos llevan a predicar o a recitar; porque no es predicación un Evangelio diluido, sin fuerza, un Evangelio sin Cristo crucificado y resucitado. Por esta razón Pedro dice: ‘Vigilen, vigilen, vigilen… Su enemigo, el diablo, va como un león rugiente buscando a quien devorar. Resístanle, firmes en la fe, sabiendo que los mismos sufrimientos son impuestos a sus hermanos esparcidos por el mundo’. El anuncio del Evangelio, si es verdad, sufre la tentación… El Evangelio se anuncia con humildad, vencer la tentación de la mundanidad… el Evangelio debe anunciarse con humildad, porque el Hijo de Dios se ha humillado, se ha aniquilado. El estilo de Dios es éste y no hay otro”.

Nuestra predicación es siempre una propuesta, no una imposición y, a la vez, debe ir siempre acompañada del testimonio, la palabra sin testimonio no tiene fuerza. La predicación y el anuncio que no van acompañados del testimonio sabemos que hacen mal, ya que el anti testimonio o el mal testimonio, quitan la fe y debilitan a la gente.

Es el testimonio también, como decía el Papa en aquella homilía, de aquellos que ofrecen sus propios sufrimientos: “Tanto en el camino físico, como en el camino espiritual o en el camino del sufrimiento: pensemos en el anuncio del Evangelio que hacen tantos enfermos. ¡Tantos enfermos! que ofrecen sus dolores por la Iglesia, por los cristianos. Pero siempre salen de sí mismos”. Es el testimonio admirable hecho desde la Cruz y para predicar la Cruz de Cristo.

Todos debemos sentirnos llamados a participar de este anuncio de la Cruz de Cristo, lo debemos hacer no mirándonos a nosotros mismos y a nuestras debilidades y miedos que siempre nos paralizan. La tentación del miedo, que muchas veces podemos tener, es una garantía de que es una obra de Dios lo que se nos confía, como observaba el Papa en la homilía a la que os hago referencia hoy: “Si un cristiano dice que anuncia el Evangelio pero jamás es tentado, entonces significa que el diablo no se preocupa porque estamos predicando una cosa que no sirve”.

Finalmente no debemos dudar nunca de la cercanía y el consuelo que siempre el Señor nos dará, como señala Francisco: “Será el Señor el que nos consolará, el que nos dará fuerza para ir adelante, porque Él obra con nosotros si nosotros somos fieles al anuncio del Evangelio, si salimos de nosotros mismos para predicar a Cristo crucificado, escándalo y locura, y si hacemos esto con un estilo de humildad, de verdadera humildad. Que el Señor nos dé esta gracia, como bautizados, a todos, de tomar el camino de la evangelización con humildad, con confianza en Él mismo, anunciando el verdadero Evangelio: ‘El Verbo ha venido en la carne’. El Verbo de Dios ha venido en la carne. Y ésta es una locura, es un escándalo; pero hacerlo con la conciencia de que el Señor está junto a nosotros, obra con nosotros y confirma nuestro trabajo”.

Con todo afecto os saludo y bendigo.

 

 

+ Eusebio Hernández Sola, OAR

Obispo de Tarazona

 

 

 

 

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