En Cartas Obispo Emérito

Queridos hermanos y amigos:

Todos los años, alrededor de estas fechas, suelo escribir una carta a aquellos que han recibido el sacramento de la Confirmación, o bien, lo recibirán a lo largo del año. Hace pocos días el papa Francisco ha dirigido unas catequesis, que habitualmente celebra los miércoles en la plaza de San Pedro, sobre la Confirmación. No es la primera vez que el Papa nos habla de este sacramento. Quiero hoy, teniendo en cuenta sus palabras en estas catequesis, hacer con todos vosotros una reflexión sobre este tema.

En una de sus primeras catequesis sobre la Confirmación (29 de enero de 2014) el papa Francisco resumía así este sacramento: “Junto con el Bautismo y la Eucaristía, forma parte un proceso único que se llama la iniciación cristiana, a través del cual somos insertados gradualmente en Cristo, muerto y resucitado y recibimos una vida nueva”. Es, por lo tanto, un sacramento que junto al Bautismo y la Eucaristía nos hace cristianos, pues cuando los hemos recibido, podemos decir que somos hijos de Dios y que con Él hemos comenzado una vida nueva y, es así, porque como sigue diciendo Francisco en esa catequesis: “El término Confirmación indica que este sacramento ratifica la gracia bautismal, nos une más firmemente a Cristo: afianza nuestra relación con la Iglesia y nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para defender la fe y confesar el nombre de Cristo”.

Todo esto conlleva, como ya decía antes, vivir una vida nueva, es decir: vivir como cristianos, hijos de Dios. En una catequesis más reciente (23 de mayo de 2018) nos explicaba que si hemos sido confirmados nuestra vida debe cambiar: “Es necesario que nos comportemos como hijos de Dios, es decir, que  nos conformemos al Cristo que obra en la santa Iglesia, dejándonos involucrar en su misión en el mundo”. Nuestra vida cambia, no sólo por nuestro esfuerzo, lo hace, fundamentalmente, porque cómo dice el Papa el Espíritu Santo es nuestra fuerza: “Sin la fuerza del Espíritu Santo no podemos hacer nada: el Espíritu es el que nos da fuerzas para ir adelante. Como toda la vida de Jesús estuvo animada por el Espíritu, así también la vida de la Iglesia y de cada uno de sus miembros está bajo la guía del mismo Espíritu”.

Me gustaría que cada uno de los que recibís la Confirmación abrierais vuestras vidas a esta fuerza que nos da a los cristianos el Espíritu Santo. El día en que celebramos Pentecostés, es decir, la Venida del Espíritu Santo, hacemos un canto en la Misa de ese día que se llama “Secuencia”, en él hay una frase que conviene no olvidemos: “Mira el vacío del hombre si Tú le faltas por dentro”. Sí, cuantas personas viven vacías, sin sentido, tristes, pesarosas, por las dificultades de la vida y, que distinto es tener la fuerza, en medio de las dificultades, y llenar la vida con el amor de Dios que nos da el Espíritu Santo. Muchas cosas que ahora os parecen fundamentales pasarán pero, a lo largo de la vida, sólo Él permanecerá.

En la Confirmación, el Señor nos da sus dones, como decía el papa Francisco en su catequesis (30 de mayo de 2018): “Según el profeta Isaías (11, 2), estas son las siete virtudes del Espíritu derramadas sobre el Mesías para el cumplimiento de su misión… amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí (Gal 5, 22)”. Esos dones son lo que debemos cultivar cada día, para no tener un corazón vacío.

Queridos amigos y amigas que habéis recibido la Confirmación, con las palabras del Papa os invito a vivir como cristianos y a dar gracias por este don que Dios nos hace: “El Espíritu es un don inmerecido, que hay que recibir con gratitud, dejando espacio a su creatividad inagotable. Es un don para conservar con cuidado, para secundar con docilidad, dejándose moldear, como la cera, por su ardiente caridad, ‘para reflejar a Jesucristo en el mundo de hoy’ (Gaudete et Exsultate, 23)”.

Con todo afecto os saludo y bendigo.

+ Eusebio Hernández Sola, OAR

Obispo de Tarazona

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