Queridos hermanos y amigos:
Quiero hoy dirigir mi carta semanal a los catequistas y a los profesores de religión que en las distintas parroquias o centros educativos de la diócesis hacéis tanto por anunciar a Jesucristo y transmitir la fe. En primer lugar debo manifestar mi agradecimiento a todos los que os dedicáis a estos servicios en la Iglesia por el bien que hacéis. La gran mayoría de vosotros dedicáis vuestros esfuerzos a los niños y adolescentes, preparándolos para recibir los sacramentos de la Iniciación Cristiana, los catequistas, o bien, para educarlos en la cultura y valores cristianos.
San Juan Pablo II refiriéndose a la catequesis de niños y jóvenes, afirmaba, “es importante ofrecerles una educación religiosa y moral de calidad, que ofrezca los elementos claros y sólidos de la fe, que llevan a una vida espiritual intensa –pues el niño también es ‘capax Dei’ [capaz de Dios] como decían los Padres de la Iglesia–, a una vida sacramental y a una vida humana digna y bella” (A un grupo de obispos franceses, 20 de febrero de 2004).
Soy también consciente de las dificultades que muchas veces ofrece dar catequesis, de la desilusión que se puede tener cuando después de recibir el sacramento para el que los hemos preparado pocos permanecen o incluso ninguno; el papa Francisco dirigiéndose a los catequistas les animaba con estas palabras: “Aunque a veces pueda ser difícil, se trabaje mucho, con mucho empeño, y no se vean los resultados deseados, educar en la fe es hermoso. Es, quizás, la mejor herencia que podemos dejar: la fe. Educar en la fe, para hacerla crecer. Ayudar a niños, muchachos, jóvenes y adultos a conocer y amar cada vez más al Señor, es una de las más bellas aventuras educativas: se construye la Iglesia” (A los catequistas, 27 de setiembre de 2013).
Es igualmente importante la misión del profesor de religión, educando en los valores cristianos y en la herencia que nos transmite la cultura cristiana. De esta forma los maestros y profesores ayudáis al niño y al adolescente a crecer como persona y abrirse a la realidad. También esta misión tiene dificultades, como decía el Papa en un mensaje del año 2015 a los profesores españoles: “Hay muchas dificultades y obstáculos a las que se enfrentan los profesores en este momento particularmente complejo de la historia y, por ello, les agradece su dedicación, compromiso, ilusión y generosidad”.
El Evangelio de este domingo (Marcos 4, 26-34) también nos puede ayudar, frente a las dificultades de los catequistas y profesores, cuando nos habla de la “semilla más pequeña”, pero que después “se hace más alta que las demás hortalizas”. Palabras de Jesús que hacen referencia a la semilla del Evangelio que se siembra con la predicación y con la enseñanza. Lo pequeño y lo que a veces parece insignificante tiene, en los cálculos de Dios, unos efectos que no corresponden a los nuestros.
Al finalizar este curso a todos lo que os dedicáis a estas labores os quiero agradecer vuestro trabajo y animaros, a pesar de todas las dificultades, a seguir adelante, siendo conscientes de la importancia de lo que estáis realizando.
Con todo afecto os saludo y bendigo.
+ Eusebio Hernández Sola, OAR
Obispo de Tarazona