Queridos hermanos y amigos:
Volvemos en este primer domingo de septiembre a nuestro encuentro semanal que espero, con la ayuda de Dios, mantener a lo largo de todo este curso. Todavía estamos en los últimos momentos del verano y hasta el mes de octubre muchas de las actividades pastorales no comenzaran. Estamos en un mes en el que aunamos todavía muchas fiestas patronales y, a la vez, el comienzo de las programaciones y proyectos para el próximo curso pastoral.
Debemos retomar nuestros proyectos de evangelización con alegría e ilusión y, sobre todo, sabiendo que todo parte de Dios; sólo poniéndonos en sus manos y en su gracia Él dará crecimiento a aquello que nuestras pobres manos han plantado. Para que esta gracia de Dios pueda crecer y desarrollarse, nosotros, los que nos empeñamos en la obra de la evangelización debemos tener un espíritu nuevo, fundamentado en la escucha de la palabra de Dios, en la oración y en el encuentro con el Señor en los sacramentos.
Este encuentro con el Señor nos hará testigos y así, como nos dice el papa Francisco: “La Iglesia crecerá por atracción” (Evangelii Gaudium 14). Somos llamados, pues, a ser testigos, conscientes de nuestra pequeñez y muchas veces de nuestra debilidad y pecado, pero debemos confiar que, por encima de todo esto, Dios nos da su gracia, como decía el Papa: “Somos pecadores pero tenemos un horizonte grande, es precisamente el acto de fe en la potencia del Señor: el Señor puede, el Señor es capaz. Y nuestra pequeñez es la semilla, la pequeña semilla, que después germina, crece, el Señor la riega y sale adelante. Pero el sentido de pequeñez es precisamente el primer paso de confianza en la potencia de Dios. Id, seguid adelante por este camino” (Homilía de papa Francisco, 18 de febrero de 2017).
Podemos decir que evangelizar es una parte fundamental de la vida cristiana y que la humildad es un aspecto fundamental de la evangelización. Por ello debemos hacer nuestras las palabras de Pablo: “Te basta mi gracia, la fuerza se realiza en la debilidad” (2 Corintios 12, 9).
Es lo que choca de la vida cristiana ya San Juan Pablo II escribía: “En el Evangelio está contenida una fundamental paradoja: para encontrar la vida, hay que perder la vida; para nacer, hay que morir; para salvarse, hay que cargar con la Cruz. Ésta es la verdad esencial del Evangelio, que siempre y en todas partes chocará contra la protesta del hombre” (Cruzando el umbral de la esperanza).
Contando, por lo tanto, con esta fuerza que viene de Dios, iniciemos este curso pastoral con valentía. Frente a los retos que se nos presentan, no estamos solos, el Señor nos acompaña y ayuda.
Que Santa María, la Virgen, nos proteja e impulse, también ella desde su humildad y pequeñez supo poner su vida a disposición del Padre para traer la salvación y la vida al mundo entero.
Con todo afecto os saludo y bendigo.
+ Eusebio Hernández Sola, OAR
Obispo de Tarazona