En Cartas Obispo Emérito

Queridos hermanos y amigos:

En este último domingo del mes de septiembre, cercano ya el comienzo del curso pastoral en las distintas parroquias y grupos de nuestra diócesis, quiero presentaros hoy un tema esencial e importante de nuestra vida cristiana, me refiero a la celebración de la Misa dominical.

Debería ser un reto para los sacerdotes y para todos los agentes de pastoral plantearnos, en primer lugar, la importancia que en nuestras vidas debe tener la celebración de la Misa dominical y, en segundo lugar, cómo nuestra acción pastoral debe tener como meta el que aquellos que formamos comprendan y vivan dicha celebración.

San Juan Pablo II en la Carta Apostólica “Novo millennio ineunte”, al comienzo de este nuevo milenio, señalaba la Misa dominical como una de las prioridades pastorales de la Iglesia de cara al futuro; para ello subrayaba: “Es preciso insistir (..) dando un relieve particular a la Eucaristía dominical y al domingo mismo, sentido como día especial de la fe, día del Señor resucitado y del don del Espíritu, verdadera Pascua de la semana” (n. 35).

Varios son los factores que han realizado un cambio a este respecto en la vida de muchos cristianos. Hay cristianos que sin desvincularse de la Iglesia, sí se han desvinculado de esta celebración y sólo ocasionalmente acuden a algunas Misas que, para ellos, por motivos religiosos o sociales, tienen un significado especial en el año. También muchos se dejan guiar por lo que podemos llamar “subjetivismo emocional”, saben que la misa es importante pero ese día no “sienten” la necesidad de ir, para ellos sólo es necesario cuando los sentimientos lo piden. Otras veces es porque no hemos hablado lo suficiente de la necesidad de unirnos los cristianos, cada domingo, en torno a la mesa del Señor y que allí encontramos la fuerza para vivir la fraternidad y para superar nuestras dificultades.

En una de sus catequesis del miércoles el papa Francisco reflexionó sobre la importancia de la Misa dominical, me fijo en la que impartió durante la Audiencia General que tuvo lugar en el Aula Pablo VI del Vaticano el miércoles 13 de diciembre de 2017. En ella nos explica: “¿Por qué ir a Misa el domingo?”

El primer motivo por el que los cristianos vamos a Misa los domingos es encontrar a Cristo resucitado: “La celebración dominical de la Eucaristía está al centro de la vida de la Iglesia (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2177). Los cristianos vamos a Misa el domingo para encontrar al Señor resucitado, o mejor, para dejarse encontrar por Él, escuchar su palabra, alimentarse en su mesa, y así hacerse Iglesia, es decir, hacerse parte del Cuerpo místico viviente hoy en el mundo”.

Este “dejarse encontrar por Cristo” es fundamental y necesario, pues no se trata de un mero precepto, como dice el Papa: “Sin Cristo somos condenados a ser dominados por el cansancio del cotidiano, con sus preocupaciones, y del temor del mañana. El encuentro dominical con el Señor nos da la fuerza de vivir el hoy con confianza y valentía e ir adelante con esperanza. Por esto los cristianos vamos a encontrar al Señor el domingo, en la celebración eucarística”.

Debido a esta necesidad de encontrarnos con Él, la Misa dominical es el corazón de nuestra vida cristiana, como el corazón irradia vida a todo nuestro organismo, la Misa la irradia a nuestro ser cristiano, por ello dice el Papa: “De todos estos valores nos es maestra la Eucaristía, domingo tras domingo. Por esto el Concilio Vaticano II ha querido reafirmar que «el domingo es la fiesta primordial, que debe presentarse e inculcarse a la piedad de los fieles, de modo que sea también día de alegría y de liberación del trabajo» (Const. Sacrosanctum Concilium, 106)”.

Expliquemos e invitemos, por lo tanto, a celebrar la Misa dominical, a las familias, a los niños, a los jóvenes. El papa Francisco termina esta catequesis con dos argumentos que nos pueden ayudar cuando damos catequesis o hablamos del domingo y lo hace así:

“En conclusión, ¿Por qué ir a Misa el domingo? No es suficiente responder que es un precepto de ¿Qué cosa podemos responder a quien dice que no sirve ir a Misa, ni siquiera el domingo, porque lo importante es vivir bien, amar al prójimo? Es verdad que la calidad de la vida cristiana se mide por la capacidad de amar, como ha dicho Jesús: «En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros» (Jn 13,35); pero, ¿Cómo podemos practicar el Evangelio sin tomar la energía necesaria para hacerlo, un domingo detrás del otro, de la fuente inagotable de la Eucaristía?”

No vamos a Misa para dar algo a Dios, sino para recibir de Él lo que de verdad tenemos necesidad…. Nosotros los cristianos tenemos necesidad de participar en la Misa dominical porque sólo con la gracia de Jesús, con su presencia viva en nosotros y entre nosotros, podemos poner en práctica su mandamiento, y así ser sus testigos creíbles”.

Os invito a todos a meditar estas palabras y a transmitirlas también a los demás.

Con todo afecto os saludo y bendigo.

+ Eusebio Hernández Sola, OAR

Obispo de Tarazona

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