Queridos hermanos y amigos:
Por motivos logísticos, nuestra publicación Iglesia en Aragón edita un solo número para el último domingo de 2018 y el primero del nuevo año 2019. Por ello, quiero unir una breve reflexión sobre el final del año y el inicio de uno nuevo y, a la vez compartir con vosotros sobre nuestra Misión Diocesana de Cochabamba que, como todos los años, recordamos con cariño en la fiesta de la Epifanía.
Un nuevo año
En primer lugar, quiero desearos a todos un próximo año feliz y lleno de la presencia de Dios en nuestras vidas. Los últimos días del año son un momento propicio para agradecer al Señor todos los dones que en él hemos recibido y, a la vez, para ponernos en la presencia del Señor y reconocer todo aquello que en el último año no supimos realizar o vivir. Pero, sobre todo, en este comienzo del año debemos poner nuestra confianza en la promesa del Señor, pues Él, “estará con nosotros hasta el fin del mundo” (Mateo 28, 20). En cualquier circunstancia Dios está presente y tiene un plan preparado para cada uno de nosotros.
Un año que comenzamos celebrando a María, Nuestra Señora, y poniéndonos bajo su amparo y protección. Cuando necesitamos de Ella, sabemos que no se hace esperar y que como madre solicita viene a nuestro encuentro, acompañándonos en el camino de nuestra vida.
Misión de Cochabamba
En el día de la Epifanía, al comenzar el año nuevo, tenemos nuestra cita anual con la Parroquia de santa Mónica de Mayorazgo en Cochabamba, Bolivia. Estamos además celebrando un año jubilar con motivo de los 25 años de la apertura de la parroquia, que se inició 29 de abril, Mons. Tito Solari, arzobispo emérito de Cochabamba inauguró la Puerta Santa, iniciándose así el Año Jubilar concedido por la Penitenciaria Apostólica y solicitado por el actual arzobispo Mons. Oscar Aparicio Céspedes.
Recordamos y agradecemos de esta forma lo que se inició en enero de 1993 ante la iniciativa del sacerdote, D. Raúl Romero, y del obispo D. Miguel Asurmendi, cuando la Diócesis de Tarazona comenzaba esta aventura en Cochabamba.
Como os decía en una carta que os dirigía con motivo de esta efeméride, son 25 años de un milagro que una diócesis pequeña y pobre como la nuestra ha sabido mantener con tanta ilusión y entrega por parte de todos. Ha habido desde sus inicios una corriente de energía que ha corrido entre la parroquia de santa Mónica y nuestra diócesis de Tarazona, tanto ellos como nosotros hemos sido mutuamente enriquecidos.
En estos 25 años muchas personas han pasado por la misión de Cochabamba aportando su trabajo e interés. La labor social y pastoral en Cochabamba ha sido y es muy importante y, todo esto, no se habría conseguido sin el gran trabajo que han realizado y realizan los sacerdotes allí desplazados y tampoco sin las aportaciones desinteresadas de muchas personas e instituciones.
Este año comienza una nueva etapa para nuestra Misión. Los sacerdotes, Esteban Mauricio Barahona Picado y César Alejandro D’Arbelles Benavides, tras estos últimos años de servicio misionero se reincorporan a nuestra diócesis. Desde ahora otros dos sacerdotes se harán cargo de la parroquia de santa Mónica: Florián Cuenca Arrizabalaga y Prosper Mbabazi. El primero como sabéis ha sido vicario de pastoral de nuestra diócesis, además de ser párroco de Ateca, Carena y Castejón de las Armas. Prosper es un sacerdote de Gitega en Burundi que realizó sus estudios de teología en Tarazona, tras los cuales fue ordenado en su país y allí ejerció el ministerio hasta que regresó a nuestra diócesis para estudiar una licencia en Madrid y colaborar con las parroquias del arciprestazgo del Alto Jalón. Se establece con él un puente misionero entre África y América pasando por nuestra diócesis de Tarazona. A los cuatro quiero agradecer su generosidad y entrega. No puedo olvidar a mons. Simón Ntamwana, arzobispo de Gitega que con gran generosidad ha facilitado que Prosper participe en este ministerio.
Como tantas veces he señalado, todavía hay mucho por hacer en Cochabamba y no nos queremos marchar. Nuestra diócesis no puede dejar de ser misionera. Por eso, os pido que sigáis ayudando, que nos acompañéis en esta senda, que nos apoyéis con vuestras aportaciones económicas y con vuestras oraciones para conseguir entre todos que se sigan prestando los servicios que para Santa Mónica son indispensables. GRACIAS.
Con todo afecto os saludo y bendigo.
+ Eusebio Hernández Sola, OAR
Obispo de Tarazona