En Cartas Obispo Emérito

 Queridos hermanos y amigos:

El pasado día 13 de enero, comenzaba la Visita Pastoral al arciprestazgo de Tarazona, os lo anunciaba en la carta semanal de aquel domingo y, además, reflexionaba con vosotros sobre el significado de lo que la Visita Pastoral debe y quiere ser. Tras este mes y medio, la Visita concluye en estos últimos días de febrero.

Han sido unos días en los que he estado completamente ocupado en ella, he tenido la gracia de poder conocer con mayor profundidad, ya no sólo la vida de las parroquias y diversos grupos cristianos, si no también de las distintas instituciones de la ciudad y de los pueblos de la comarca de Tarazona y el Moncayo.

Ciertamente que en estos años que llevo con vosotros había ya visitado por distintas razones a todos los pueblos de la comarca, confirmaciones, fiestas y otros acontecimientos me habían permitido conoceros y ya estaba familiarizado con las distintas realidades que en ella existen; pero la Visita Pastoral me ha permitido profundizar y ahondar más en esta relación que el obispo como pastor debe tener con el pueblo que se le ha confiado.

Al concluir la Visita pastoral, no puedo hacer otra cosa que manifestar mi agradecimiento; en primer lugar al Señor, porque Él me ha acompañado y se ha hecho presente en medio de vosotros, en nuestros encuentros y celebraciones; en segundo lugar, a todos vosotros, sacerdotes, religiosas y consagrados que habéis querido preparar con esmero en vuestras comunidades todos los encuentros y celebraciones y habéis facilitado que el obispo se hiciera presente en otras muchas instituciones, Ayuntamientos, Comarca, Guardia civil, Conservatorio de música, medios de comunicación, cooperativas, asociaciones, grupos culturales, etc.

Doy gracias también por el testimonio de tantos laicos que, con tanto ánimo, participáis, de una manera u otra, en la vida de vuestras parroquias, desde los servicios litúrgicos, coros, catequesis, grupos de estudio y formación, visitadores de enfermos, Manos Unidas, Cáritas, cofradías, a las que os dedicáis a limpiar y cuidar de los templos. A pesar de nuestra pequeñez, cuánta vida fluye en cada comunidad, cuánta generosidad y entrega.

Quiero tener un pensamiento especial para los enfermos y personas mayores que he visitado estos días en sus casas y en las residencias, acercarse al misterio del dolor, siempre ayuda, y, especialmente, cuando los enfermos y mayores dais testimonio de vuestra fe. Ayuda, también, el testimonio de quienes os acompañan y asisten y, de esta forma, os agradecen lo que en vuestra vida nos habéis dado y transmitido. He visto, cómo los sacerdotes de nuestro arciprestazgo visitan con regularidad a los mayores en sus casas y creo que esto es importante, no tengáis reparo en llamarlos y que además de llevaros la comunión veáis en ellos la presencia de la Iglesia que os lleva siempre en su corazón.

También tengo que animar a los que se dedican a la pastoral y a la catequesis con niños, adolescentes y jóvenes, sé el entusiasmo con que preparáis distintas actividades que los evangelicen; sé también que hoy es un campo difícil, pero os animo a no desfallecer ni a cansaros o desilusionaros, no os canséis de echar siempre las redes. La semilla que hoy sembramos con generosidad, no sabemos cuándo crecerá y dará frutos, pero, tened por seguro que lo hará.

Como os decía antes, todo esto lo vivimos en la pequeñez, nuestro arciprestazgo es pequeño en cuanto al número de habitantes y también está envejecido, pero, ánimo, porque Dios elige a los pequeños y con ellos quiere hacer grandes obras.

Termino invitándoos a todos los que participáis en la vida de la Iglesia, a través de vuestras parroquias a seguir con ánimo, en primer lugar, vuestra vida cristiana, alimentaos con los sacramentos y las celebraciones, formaos en vuestra fe, vividla con alegría y, en segundo lugar, a evangelizar siempre, sobre todo con vuestra vida y testimonio de fe. En cada comunidad, en cada parroquia, en cada grupo, siempre unidos al Señor y entre vosotros, encontraréis la fuerza para hacerlo.

Reitero mi acción de gracias al terminar, gracias a todos, por vuestra acogida, por vuestra cercanía y por vuestro testimonio.

Con afecto os saludo y bendigo.

 

+ Eusebio Hernández Sola, OAR

Obispo de Tarazona

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