En Cartas Obispo Emérito

Queridos hermanos y amigos:

Después de haber celebrado la Semana Santa, y haber inaugurado en ella el tiempo de Pascua, nos volvemos a encontrar a través de esta carta semanal. Mis primeras palabras, no pueden ser otras que el desearos a todos una feliz Pascua e invitaros a vivir la alegría de la Victoria del Señor sobre el pecado y la muerte.

Como sabéis en el pasado mes de octubre, del 3 al 28, se celebró en Roma un Sínodo de Obispos sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. El Sínodo es una asamblea de obispos que, elegidos por las diferentes regiones del mundo, se reúnen durante un tiempo en Roma, para ayudar con sus consejos al Papa sobre temas que tienen importancia para la Iglesia universal.

El último, como he señalado más arriba, fue sobre un tema importante, como es el de los jóvenes y el discernimiento vocacional. Al poco tiempo de terminar el Sínodo, tuvimos la suerte de que uno de los obispos españoles que participó en él, D. Carlos Escribano, obispo de Calahorra, La Calzada y Logroño, tuviera un encuentro con los sacerdotes de la diócesis para informarles de los trabajos realizados en el Sínodo, de las propuestas y de los deseos de los obispos.

Después de un tiempo, con todo este material recogido de la reflexión de los Padres Sinodales, el Papa escribe una Exhortación Apostólica. El papa Francisco eligió el Santuario de Loreto para firmar, el pasado día 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, la Exhortación Apostólica del reciente Sínodo de los Obispos. Unos días más tarde. El 2 de abril, se hacía pública. Su nombre en latín es Christus Vivit, o sea, Cristo Vive.

En la presentación de esta Exhortación, el cardenal Baldisseri, secretario general del Sínodo, subrayó un aspecto importante de esta Exhortación, utilizando unos párrafos de la misma: “Esta carta se dirige a todo el Pueblo de Dios, a sus pastores y a sus fieles, porque la reflexión sobre los jóvenes y para los jóvenes nos convoca y estimula a todos” (ChV 3). Es decir, la evangelización e incorporación de los jóvenes a la fe cristiana es algo que debe preocupar a todos los miembros de la Iglesia. Como dice este número de la Exhortación, es algo que siempre nos debe estimular y que nos debe abrir a nuevos horizontes.

En sucesivas cartas, me detendré en algunos aspectos que se nos presentan en la Exhortación, hoy quiero subrayar sólo algunos aspectos de la misma.

En primer lugar, el título elegido es ya una confesión de fe y de confianza: “Cristo vive”, y sabemos que está con nosotros y animando continuamente nuestro camino en la fe. Este acompañamiento que Él nos hace se fundamenta en el amor.

Mons. Fabene, subsecretario del Sínodo, en la presentación de la Exhortación subrayó algo que considero importante: “Los jóvenes son parte integrante de la Iglesia… no existe una Iglesia de los jóvenes… no existe la Iglesia con los jóvenes y para los jóvenes. Existe un único cuerpo, la Iglesia, de la cual los jóvenes son miembros vivos y creativos, que contribuyen con su pertenencia al anuncio del Evangelio y a la belleza de la vida en Cristo”.

Otro aspecto importante que destacó es: “A cada joven el Santo Padre recuerda: Dios te ama. Todo el documento está inspirado en la confianza que el Papa pone en los jóvenes y en la invitación reiterada que les dirige a que fijen la esperanza en Cristo para que nadie se la robe”

Esta Exhortación Apostólica es, por lo tanto, un estímulo para todos nosotros; estímulo a relanzar en nuestras parroquias y comunidades la pastoral juvenil, a saber integrar en ellas la presencia de los jóvenes, a saber acoger sus inquietudes y dificultades, a dejarnos también interpelar por ellos.

Termino con dos propuestas que el Papa nos hace en la Exhortación. Primero: “Los jóvenes pueden ayudarla (a la Iglesia) a mantenerse joven… Ellos pueden aportarle a la Iglesia la belleza de la juventud cuando estimulan la capacidad de alegrarse con lo que comienza, de darse sin recompensa, de renovarse y de partir de nuevo para nuevas conquistas” (ChV 37)

En segundo lugar: “Quienes ya no somos jóvenes, necesitamos ocasiones para tener cerca la voz y el estímulo de ellos, y la cercanía crea las condiciones para que la Iglesia sea un espacio de diálogo y testimonio de fraternidad que fascine… Nos hace falta crear más espacios donde resuene la voz de los jóvenes” (ChV 38)

Ojalá, sepamos todos aprovechar este nuevo impulso y nos sepamos entusiasmar por él. Con todo afecto os saludo y bendigo.

 

+ Eusebio Hernández Sola, OAR

Obispo de Tarazona

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