En Cartas Obispo Emérito

Queridos hermanos y amigos:

Llegamos hoy a la culminación del tiempo de Pascua con la celebración de la solemnidad de Pentecostés. Hoy, después de haber celebrado durante cincuenta días la Resurrección del Señor y su triunfo sobre el pecado y la muerte, imploramos que se renueve entre nosotros el prodigio de Pentecostés. Por eso, como la primera comunidad reunida en el Cenáculo en torno a María, nosotros pedimos ahora: ¡Ven, Espíritu Santo!, ¡Ven, dulce huésped del alma!, renueva nuestros corazones y renueva la faz de la tierra.

En este día la Iglesia implora la venida del Espíritu Santo con el canto del “Veni Creator”. En este canto se le dan una serie de nombres que nos hacen comprender la acción que el Espíritu Santo realiza en nosotros y en la Iglesia. En esta sucesión de nombres el primero que aparece es el de “Creador”.  En el libro del Génesis, señala en su primer capítulo, narrando la creación, como en medio de las tinieblas el Espíritu de Dios, se movía sobre las aguas, poniendo en orden la creación. Ahora, cuando lo invocamos como creador, estamos pidiendo lo que podemos llamar una “recreación” del ser del hombre: “Visita el alma de tus fieles, llena con tu divina gracia los corazones de tus fieles”.

El Espíritu Santo actúa siempre en nosotros y en la Iglesia, Él es el que anima y recrea todas las cosas, el que con su “visita”, “con su divina gracia”, llena nuestros corazones. El pasado domingo, 26 de mayo, el papa Francisco nos invitaba a pedir su acción en nuestras vidas: “El Señor hoy nos invita a abrir nuestros corazones al don del Espíritu Santo, para guiarnos por los caminos de la historia. Día a día nos enseña la lógica del Evangelio, la lógica del amor acogedor, ‘enseñándonos todo’ y ‘recordándonos todo lo que el Señor nos ha dicho”.

El segundo nombre que se le da es el de “Paráclito”, es una palabra griega que emplea el evangelio de san Juan para referirse al Espíritu Santo. La podemos traducir como abogado, defensor o el que socorre. El canto del “Veni Creator” dice del Paráclito que es: “Don de Dios Altísimo, fuente viva, fuego de caridad y espiritual unción”.

En su meditación del Angelus decía el Papa:  “El Paráclito, el Espíritu Santo que mi Padre os enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas, y os recordará todo cuanto yo les he dicho”. Y, de un modo especial, nos acompaña en la acción evangelizadora: “La misión de llevar el Evangelio a todo el mundo. Asimismo, inducirá a las personas a poner en práctica concretamente las enseñanzas de Jesús”.

Si nos dejamos guiar por Él, si abrimos nuestras vidas a su acción, todo se renueva, nuestras vidas, y la acción misionera de la Iglesia. Como decía Francisco: “Actuar como una comunidad en movimiento, animada y apoyada por la luz y la fuerza del Espíritu Santo que hace que todas las cosas sean nuevas”. Y, aunque, a veces, nos parezca difícil, si se lo pedimos él nos ayudará: “Se trata de liberarnos de las ataduras mundanas que representan nuestros puntos de vista, nuestras estrategias, nuestros objetivos, que a menudo pesan sobre el camino de la fe, y de ponernos a la escucha dócil de la Palabra del Señor”.

Todo esto nos debe ayudar y entusiasmar al celebrar en el día de Pentecostés, el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar.  Su lema es muy expresivo, “Somos misión”, es decir, todo en nuestra vida como cristianos es una proyección del amor de Dios que evangeliza a través de nuestras vidas.

Abramos nuestras vidas y las de nuestras comunidades a la acción del Espíritu Santo para que como terminaba el Papa en el Angelus del pasado día 26 de mayo: “Al permitir la guía del Espíritu de Dios, podrá brillar el rostro auténtico, hermoso y luminoso, deseado por Cristo”.

La Virgen María presente en aquel glorioso día de Pentecostés, nos sigue acompañando e impulsando para hacer, a través de la acción del Espíritu Santo, “aquello que su Hijo nos ha dicho” (cf. Juan 2, 5).

Con todo afecto os saludo y bendigo.

 

+ Eusebio Hernández Sola, OAR

Obispo de Tarazona

 

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