En Seminario Diocesano

Tres seminaristas de nuestra diócesis –Henry Joel Medina, Jorgé Iván Rodas y José Rodrigo Montoya- fueron instituidos en los ministerios de Lector y Acólito por el obispo de Tarazona, Mons. Eusebio Hernández Sola, el domingo 9 de junio, Pentecostés.

La institución tuvo lugar en el transcurso de una eucaristía celebrada en la S.I Catedral, presidida por D. Eusebio y concelebrada por varios sacerdotes, tanto de nuestra diócesis como de otras que quisieron acompañar a los tres seminaristas en este acto.  Henry, Iván y Rodrigo contaron, además, con la presencia de compañeros y profesores del CRETA, donde los tres realizan sus estudios, y también por numerosos feligreses que no quisieron faltar a la cita.

D. Eusebio señaló en su homilia que «el Espíritu Santo alumbrará el camino de los tres» a la vez que les agradeció el paso que daban en su camino hacia el sacerdocio.

 

MINISTERIOS DE LECTORES Y ACÓLITOSEl ministerio de lectores es un servicio a la Palabra de Dios y consiste en proclamar la Sagrada Escritura en la asamblea litúrgica, a excepción del Evangelio que se reserva al Orden Sagrado. También dirigen el canto y la participación de la asamblea litúrgica, instruyendo a los que van a recibir los sacramentos y  a los que ocasionalmente hayan de proclamar la Palabra de Dios en la liturgia. Este ministerio exige aspirar constantemente a seguir los pasos de Jesucristo, como auténticos discípulos suyos, y meditar asiduamente la Sagrada Escritura para conocerla mejor.El ministerio de acólitos es un servicio al altar y consiste en ayudar a los diáconos y presbíteros en la acción litúrgica, principalmente en la Eucaristía, y en instruir a los fieles que eventualmente ayudan en la liturgia. También son ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión en las celebraciones y en la distribución de la misma a los enfermos en sus casas, hospitales o residencias de ancianos. También pueden exponer el Santísimo Sacramento de la Eucaristía para su adoración pública, excluyendo la bendición con el mismo. Este ministerio exige ofrecerse diariamente a Dios en la oración y en la acción ordinaria, y estar cerca del Pueblo de Dios, especialmente de los necesitados, también de los jóvenes y ancianos. Por supuesto, el acolitado requiere una especial sensibilidad litúrgica.

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