En Cartas Obispo Emérito

Queridos hermanos y amigos:

En las lecturas de este domingo se nos presenta la actitud de acogida al Señor, con Abrahán (Génesis 18,1-10) y en la casa de los hermanos Marta, María y Lázaro (Lucas 10, 38-42).

Abrahám reconoce en los tres personajes que le visitan la presencia del Señor, y seguro de ello les ruega: “Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un bocado de pan para que recobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a la casa de vuestro siervo”.

Para los creyentes de todos los tiempos el patriarca Abrahán es un modelo de fe, modelo de fe, sobre todo, en la acogida de Dios en su vida y de su obediencia a sus planes. Tiene, por ello, una mirada de fe sobre todos los acontecimientos de su vida y en todos ellos, por adversos que estos sean, sabe descubrir y ver la presencia del Señor.

El evangelio nos presenta, por su parte, la acogida de Jesús en casa de Marta, María y Lázaro. El próximo día 29 celebraremos la fiesta de santa Marta, pero en algunos calendarios litúrgicos, como por ejemplo el de los benedictinos, se celebra a los tres hermanos y, además, se le añade este título “hospederos del Señor”.

Por distintos textos de los evangelios, sabemos que era una familia que mantenía una gran amistad con Jesús, que ellos lo acogían en su casa y que incluso, suponía para Jesús un lugar de descanso. De hecho, cuántas casas de espiritualidad llevan por nombre “Betania”.

De estos textos que hoy escuchamos quiero destacar precisamente este aspecto, la hospitalidad y la acogida a Jesús en nuestras vidas. Es algo fundamental que, como Abrahán, sepamos descubrir al Señor que viene a visitarnos y que, como él, sepamos pedirle que se detenga y que permanezca con nosotros.

Es así como María, la hermana de Marta, recibe también al Señor: “… que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra”. San Agustín comentando este pasaje en una homilía sobre este texto que hoy escuchamos dice: “Marta, tú no has escogido el mal; pero María ha escogido mejor que tú”. San Basilio y san Gregorio Magno consideran a la hermana María modelo evangélico de las almas contemplativas. Pero, no debemos entender esto como algo referido sólo a los monjes o monjas contemplativas, todo cristiano tiene que saber contemplar, adorar, orar, escuchar.

Por eso, ante la queja de Marta que estaba preocupada y afanada por tantas cosas, mientras María sólo escuchaba al Señor, le dice: “En verdad una sola cosa es necesaria”. Nos puede sonar a un reniego de Jesús a Marta, pero no es así, lo que Jesús quiere es hacerle reflexionar. Sí, hay muchas cosas importantes en la vida, lo que Marta hace también lo es, procurar servir lo mejor al Señor y procurar su descanso. Pero, lo necesario es acoger en el corazón. De esta forma, el servicio de Marta, que es una cosa importante, tendrá un nuevo sentido, porque lo hará con paz y gozo y no preocupada solamente por la eficacia.

Lo fundamental, por lo tanto, es hacer todo con un espíritu de adoración y contemplación. El servicio y la acción son siempre necesarios, aunque sea el más pequeño e insignificante, pero debe tener su origen en un corazón que acoge y adora. Así vivimos las palabras de san Pablo: “Hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10,31).

Acoger a Jesús y a los hermanos en la acción y en la contemplación es, como dice santa Teresa de Jesús: “Marta y María han de andar juntas para hospedar al Señor y tenerle siempre consigo, y no hacerle mal hospedaje, no dándole de comer. ¿Cómo se lo diera María, sentada siempre a sus pies, si su hermana no le ayudara?” (7M 4, 12).

En este tiempo de verano y para algunos de descanso, sepamos unir a Marta y María en nuestra acogida y servicio.

Con todo afecto os saludo y bendigo.

 

+ Eusebio Hernández Sola, OAR

                                               Obispo de Tarazona

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