En Cartas Obispo Emérito

Queridos hermanos y amigos:

Volvemos en este domingo, día 1 de septiembre, a nuestro encuentro semanal, a través de nuestra publicación Iglesia en Tarazona. Poco a poco, a partir de este mes de septiembre todas las actividades parroquiales y pastorales irán comenzando su funcionamiento ordinario. Es, de alguna manera, como el comienzo de un nuevo año, tras el paréntesis de los meses de julio y agosto.

Nos vamos preparando y poniéndonos en rodaje aunque este mes todavía sigue prolongando las fiestas en muchos lugares de nuestra geografía diocesana.

Al comenzar este nuevo año pastoral lo debemos vivir como el inicio de un año de gracia. Siempre la vida de cada cristiano, a pesar de las dificultades, debe ser vivido como un camino y un tiempo de gracia y salvación.

Una de nuestras principales misiones debe ser, como siempre, el anuncio del Evangelio. Como nos dice el papa Francisco: “Ser cristiano y ser misionero es la misma cosa. Anunciar el Evangelio, con la palabra e incluso antes, con la vida, es la finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada miembro suyo”.

El mismo Papa nos explica en qué consiste esta misión de anunciar la Buena Noticia: “Se trata de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios, que convierte los corazones, resana las heridas, transforma las relaciones humanas y sociales según la lógica del amor”.

Todos estamos llamados a participar de este anuncio del Evangelio, en nuestro Bautismo recibimos la triple misión, como hijos de Dios, de ser sacerdotes, profetas y reyes. Es decir, nuestro bautismo nos habilita para ser testigos y profetas, participamos de la misión que Jesucristo ha recibido del Padre, como dice el papa Francisco: “Nuestra misión radica en la paternidad de Dios y en la maternidad de la Iglesia, porque el envío manifestado por Jesús en el mandato pascual es inherente al bautismo: Como el Padre me ha enviado así también los envío yo, llenos del Espíritu Santo para la reconciliación del mundo”.

Esta misión se realiza, fundamentalmente, como hemos escuchado en la primera lectura de la Misa de este domingo desde la humildad (Eclesiástico 3,17-18.20.28-29): “Hijo, actúa con humildad en tus quehaceres, y te querrán más que al hombre generoso”.

El Papa en una de su homilías matutinas en la capilla de Santa Marta (septiembre, 2014), subrayaba este aspecto de la humildad en el anuncio del Evangelio e incluso nos decía que: “Para evangelizar no hay otro camino, hay que ser humilde… No se anuncia el Evangelio para convencer con palabras sabias sino con la humildad, porque la fuerza de la Palabra de Dios es el mismo Jesús y solo quien tiene un corazón abierto lo acoge”.

Todos, por lo tanto, podemos participar de este misión, porque lo que en definitiva cuenta es nuestro testimonio del Evangelio hecho vida en nuestra propia  existencia.

En su homilía el Papa ilustraba este aspecto de la evangelización con la figura de san Pablo: “Pablo dice: ‘Yo no he ido a vosotros para convenceros con argumentos, con palabras, con bellos ejemplos… No. Yo he ido de otra manera, con otro estilo. He ido por la manifestación del Espíritu y de su sabiduría. Para que vuestra fe no se fundase en la sabiduría humana, sino en la potencia de Dios’. Así la Palabra de Dios es algo distinto, algo que no es igual a la palabra humana, a una palabra sabia, a una palabra científica, a una palabra filosófica… no, es otra cosa. Llega de otra manera”.

Al ir comenzando las distintas actividades de nuestras parroquias y comunidades, todos nos sintamos enviados a anunciar con nuestra vida, con nuestro testimonio y desde la sencillez.

Con todo afecto os saludo y bendigo

+ Eusebio Hernandez Sola, OAR

                                               Obispo de Tarazona

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