En Cartas Obispo Emérito

Queridos hermanos y amigos:

Las lecturas bíblicas de este tercer domingo de Adviento y las que escucharemos en la semana sucesiva es una invitación a la alegría. Este domingo recibe el nombre de “Gaudete”, es llamado de esta manera porque así comienza el canto introductorio de la Misa: “Estad siempre alegres en el Señor”; palabras que se toman de la carta de san Pablo a los Filipenses (4, 4-5). El apóstol nos dice en ese mismo texto el motivo de esa alegría: “El Señor está cerca”.

El profeta Isaías en la primera lectura (35, 1-6.10) profetiza sobre lo que se realizará con la venida del Mesías: “El desierto y el yermo se regocijaran, se alegrará el páramo y la estepa… se alegraran con gozo y alegría”. Lo que nos dice el profeta nos hace comprender que las realidades negativas y infértiles como son el desierto, el yermo, el páramo y la estepa, se convertirán en un lugar de gozo y alegría. Para nosotros y para la sociedad escuchar estas palabras deben hacernos crecer en la esperanza. No estamos condenados a vivir en la tristeza. Abriendo el corazón al Señor y a su Evangelio, todo lo que de negativo hay en nosotros se puede transformar y llenar de un nuevo sentido.

Para que esto sea una realidad, Isaías nos dice también lo que debemos hacer: “Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes, decid a los cobardes de corazón, sed fuertes, no temáis… Dios viene en persona… y os salvará”.

Un mensaje similar escuchamos también en la segunda lectura (Santiago 5, 7-10): “Tened paciencia… manteneos firmes”, “no os quejéis, hermanos, unos de otros”. Nos pone un ejemplo que para nosotros es fácil de comprender porque vivimos en el medio rural: “El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra mientras recibe la lluvia temprana y tardía”.

En esta recta final que hoy comenzamos del Adviento, nos centramos en el anuncio de una nueva aurora que va a venir a nosotros a través del nacimiento de Cristo, el sol que viene a iluminarnos, a visitarnos y a poner su morada entre nosotros.

La cercanía del Señor es fuente de alegría. El Señor está cerca. Estas palabras revelan la esencia del Adviento y de la vida cristiana en general. La cercanía del Señor y de su juicio no despierta temor en los creyentes, sino alegría, porque viene para salvarnos.

Ojalá, sepamos hacer nuestras las palabras de la oración colecta de la Misa de hoy, que nos dice como “el pueblo espera con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo”. La liturgia nos invita al gozo por la venida del Señor, venida que nos dice la oración es: “Alegría y júbilo, de cuantos esperan su llegada”, e invita a celebrarla “con alegría desbordante”.

Para que todo eso sea una realidad necesitamos abrir el corazón a la acción de Dios. La Iglesia nos ofrece los medios de los que dispone para que lo hagamos, estos medios son la oración, la celebración de los sacramentos de la penitencia y de la eucaristía y la apertura de nuestras vidas para ponerlas al servicio de los más necesitados.

Con el deseo de que sepamos vivir con este espíritu lo que nos queda de Adviento, os saludo y bendigo.

 

+ Eusebio Hernández Sola, OAR

Obispo de Tarazona

 

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