En Cartas Obispo Emérito

Queridos hermanos y amigos:

En estos días del inicio del mes de febrero, nuevamente, Manos Unidas, organización no gubernamental de desarrollo, católica y formada por voluntarios, sale a nuestro encuentro con su campaña anual, que celebramos especialmente en este domingo.

Es una voz que nos invita a la reflexión sobre la triste realidad de los pueblos más empobrecidos de la tierra; y lo hace para fomentar en nuestra sociedad española la conciencia del escándalo del hambre, la pobreza y las estructuras injustas que las mantienen.

Este año el lema con el que se presenta la campaña es: Quien más sufre el maltrato al planeta no eres tú”. Se nos quiere hacer ver, por lo tanto, la relación entre la lucha contra la pobreza y el cuidado del planeta, nuestra “casa común”.

El papa Francisco en el año 2015, nos ofrecía la Carta Encíclica “Laudato sí”, sobre el cuidado de la casa común, y en ella nos decía: “Esta hermana (la tierra) clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura” (LS 2).

En este número de la Encíclica papal encontramos una reflexión que nos puede servir para comprender lo que Manos Unidas quiere transmitirnos en esta campaña. Efectivamente, en el Manifiesto que este año nos ofrecen, se nos dice: “Que el maltrato al planeta –y el cambio climático como uno de sus principales impactos– afecta en mayor medida a los pobres de la tierra”.

Los países desarrollados y ricos tienen una grave responsabilidad al respecto porque, como nos dice el Manifiesto de Manos Unidas: “Que en este maltrato tiene un papel predominante nuestro desenfrenado consumismo que provoca, entre otras consecuencias, la sobrexplotación de los recursos naturales, la deforestación y las distintas formas de contaminación.

Todos tenemos, la posibilidad de colaborar para cambiar lo que, a veces, parece irremediable. Como nos proponen este año, Manos Unidas, debemos: “Colaborar en el cuidado de lo creado que es nuestra “casa común”, apoyar y acompañar a las personas y los países más vulnerables, una educación que promueva una conciencia ecológica para sensibilizar y formar a las sociedades en estilos de vida y consumo más justos y sostenibles y, al mismo tiempo, activar legítimos mecanismos de presión y denuncia para que los gobiernos se impliquen en la crisis medioambiental que impide la vida digna de las personas”.

Junto a esta reflexión y concienciación, Manos Unidas, además nos pide hoy nuestra colaboración económica para seguir tendiendo la mano a quienes más lo necesitan, nuestro pequeño grano de arena se plasmará en un proyecto que aliviará a otras personas y les ayudará a recuperar su dignidad humana. Este proyecto se sitúa en Lumezi (Zambia) y beneficiará de forma directa a 1.700 mujeres que dan a luz cada año en un hospital que necesita recursos, reduciendo la mortalidad tanto en las mujeres embarazadas como en los recién nacidos. Necesitamos 27.475,00 euros.

Gracias a todos los que trabajáis en la diócesis durante todo el año y, de un modo más intenso, en estos días centrales de la campaña. Y gracias por vuestras aportación económica.

Con todo afecto os saludo y bendigo.

 

+ Eusebio Hernández Sola, OAR

Obispo de Tarazona

 

 

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