El papa Francisco nos ofrece cada mes un vídeo breve con una meditación sobre algún tema de actualidad y de interés para la vida de la Iglesia.
En el de este mes nos proponía la importancia de la oración en la vida cristiana. Nos decía: “El corazón de la misión de la Iglesia es la oración”. Nos preocupamos por realizar muchas actividades, pero, nos olvidamos de que el verdadero motor de nuestra actividad misionera y evangelizadora viene de Dios. Por ello, nos dice el Papa: “Podemos hacer muchas cosas, pero sin oración no funciona” y “orando cambiamos la realidad, y cambiamos nuestros corazones. Nuestro corazón cambia cuando ora”.
Al terminar este año tan complicado esta llamada se hace más urgente. Todos hemos sido afectados de un modo u otro por esta pandemia. La realidad de nuestras vidas se ha endurecido y nuestro corazón se ha visto afectado.
Para aliviarnos y llenarnos de paz, en medio de las dificultades, extendamos nuestra vida y nuestro corazón ante Dios, con confianza, con la oración. Terminemos y comencemos el año envolviendo nuestras vidas con este espíritu de oración.

Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia y, este mensaje del Papa, invitándonos a la oración, debe ser también acogido y vivido en cada hogar. La familia que reza, pone a Dios, que es amor, en el centro de sus vidas.
En esta Jornada, la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida nos propone este lema: “Los ancianos, tesoro de la Iglesia y la sociedad”.
Los ancianos han sido especialmente atacados por esta pandemia. Hemos conocido los sufrimientos que por la enfermedad y muerte han sufrido en muchas residencias y también en sus casas.
Esto nos invita, como nos dicen los obispos en su mensaje a que: “De manera especial, esmeremos nuestros cuidados por los ancianos que están enfermos, sin olvidar que el enfermo que se siente rodeado de una presencia amorosa, humana y cristiana, supera toda forma de depresión y no cae en la angustia de quien, en cambio, se siente solo y abandonado a su destino de sufrimiento y de muerte”, y con palabras del Papa en una audiencia general nos recuerdan: “La ancianidad es una vocación. No es aún el momento de «abandonar los remos en la barca». Este período de la vida es distinto de los anteriores, no cabe duda; debemos también un poco «inventárnoslo», porque nuestras sociedades no están preparadas, ni espiritual ni moralmente, para dar a este momento de la vida su valor pleno”.
Con mi bendición y mejores deseos para el próximo año.
+Eusebio Hernández Sola, OAR
Obispo de Tarazona