En mi primera carta de este año 2021, quiero comenzar deseándoos a todos un año lleno de las bendiciones del Señor, a la vez, que le pido que en él nos veamos libres de esta pandemia y nuestra sociedad vuelva de nuevo a la normalidad y superemos las distintas crisis que esta enfermedad ha provocado.
Nuestra primera cita importante al comenzar este año es la celebración del Día de la misión diocesana de Cochabamba. Coincidiendo con la solemnidad de la Epifanía, nos acercamos hasta la parroquia de santa Mónica, para compartir con ellos nuestra fe y sentirnos hermanos de aquella comunidad.
De un modo especial recordamos hoy a los dos sacerdotes que en la actualidad la atienden: Florián Cuenca y Prosper Mbabazi. Junto a ellos, a los religiosos y religiosas, a los catequistas y a todos los fieles laicos que colaboran en la pastoral y en las obras sociales y educativas. En la Eucaristía del día 6 de enero, nos sentiremos unidos en la oración y en la acción de gracias por este don que supone para nuestra diócesis poder tener esta prolongación misionera que llega hasta Bolivia.
Como bien sabemos, lo que, a lo largo de estos años, ha ido surgiendo en la parroquia de santa Mónica de Cochabamba, se debe a la generosidad de toda la diócesis de Tarazona que, a pesar de su pequeñez y pocos recursos, ha actuado con toda generosidad.
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Los obispos que han regido la diócesis desde el comienzo de la misión de Cochabamba -desde que, D. Miguel Asurmendi acogió esta idea y supo iniciarla, poniendo los medios a su alcance- hemos vivido con ilusión esta realidad de la parroquia de santa Mónica y siempre la hemos querido mantener, a pesar de momentos de dificultad.
También es importante, la labor de tantos sacerdotes diocesanos que han dedicado algunos años de su vida a servir a esta obra misional. No olvido a ninguno de ellos, pero quiero hacer una especial referencia a D. Alfredo Magallón que recientemente, el pasado 31 de marzo, moría, tras una enfermedad prolongada.
Todo ha sido posible gracias a muchos fieles cristianos de la diócesis que han respondido con generosidad en las campañas de cada año o la de “pon un niño a tu mesa” y a otras iniciativas para recaudar fondos. También los muchos laicos que en estos años habéis participado directamente en las obras educativas y sociales. Unos con largas permanencias generosas, otros para actividades puntuales. Y, finalmente, a los religiosos y religiosas de distintas congregaciones que con nosotros habéis querido colaborar aquí y allí.
Gracias a Dios y gracias a todos vosotros por esta generosidad que debemos seguir manteniendo.
FELIZ AÑO NUEVO 2021 QUE EL SEÑOR NOS BENDIGA A TODOS.