En Cartas Obispo Emérito

Mañana comenzamos, como cada año, el Octavario de oración por la unidad de los cristianos. Lo que también conocemos como Semana de oración por la unidad de los cristianos. Desde el día 18 hasta el 25 de enero. El tema escogido para esta semana es: “Permaneced en mi amor y daréis fruto en abundancia”, tomado del evangelio de S. Juan 15, 1-17.

Se nos invita en esta semana a intensificar nuestra oración para lograr el deseo de Cristo de que todos los que creen en Él vivan en comunión y unidad. Oración por la unidad que debemos prolongar a lo largo de todo el año.

El tema de este año, nos invita a permanecer en Cristo, es decir, vivir unidos a Él para poder dar fruto. El cristiano es siempre consciente de que no podemos dar fruto por nuestra cuenta. No podemos dar frutos separados de la vid. La reflexión que se nos ofrece este año en el material para esta semana nos dice: “Lo que produce frutos es la savia, la vida de Jesús que fluye en nosotros. Permanecer en el amor de Jesús, seguir siendo un sarmiento de la vid, es lo que permite que su vida fluya en nosotros”.

Para permanecer en Él es importante abrir el oído del corazón y del espíritu, por ello en la reflexión de este año se nos dice: “Cuando escuchamos a Jesús, su vida fluye en nosotros. Jesús nos invita a dejar que su palabra permanezca en nosotros (Jn 15, 7) y luego todo lo que le pidamos nos lo concederá. En su palabra damos fruto. Como personas, como comunidad, como Iglesia, deseamos unirnos a Cristo para perseverar en su mandamiento de amarnos unos a otros como él nos ha amado (Jn 15, 12)”.

Esta Semana nos hace ver la necesidad de que nuestras comunidades sean también lugares de comunión, no podemos hablar de unidad de los cristianos de distintas confesiones y olvidar la necesaria unidad de cada comunidad. Comunión y unidad interna y con los otros que siempre debemos pedir.

Hagamos nuestra, en estos días, la oración que se nos propone para esta Semana de oración por la unidad de los cristianos.

“Señor, tú eres el viñador que nos cuida con amor.

Tú nos llamas a ver la belleza que hay en cada sarmiento unido a la vid,

y la belleza de cada persona.

Pero, a menudo, nosotros, Señor, tememos la diferencia,

nos centramos en nosotros mismos,

se desvanece nuestra confianza en ti,

y la enemistad aumenta entre nosotros.

Ven, Señor, y dirige de nuevo nuestros corazones hacia ti.

Concédenos vivir de tu perdón

para que podamos caminar unidos alabando tu nombre”.

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