En este tercer domingo del tiempo ordinario celebramos el “domingo de la Palabra”. Fue una iniciativa del papa Francisco que comenzamos a vivir el año pasado.
El papa Francisco nos explicaba la finalidad de esta jornada dedicada a la Palabra de Dios: «Que el domingo dedicado a la Palabra haga crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura, como el autor sagrado lo enseñaba ya en tiempos antiguos (esta Palabra) «está muy cerca de ti, en tu corazón y en tu boca, para que la cumplas» Dt 30,14″.
Recientemente, la delegación de liturgia de nuestra diócesis nos ha mandado material formativo sobre este día que os invito a leer. Especialmente las indicaciones que la Congregación para el Culto Divino nos ofrece para la celebración de este domingo en el presente año.
En este domingo se nos propone que, sobre todo, a los que nos dedicamos al ministerio de la Palabra: Sacerdotes, lectores y catequistas, hagamos un esfuerzo por atender a nuestra formación permanente con respecto a la Palabra de Dios.

Para ello, se nos propone que con sosiego leamos algunos documentos que fácilmente están a nuestro alcance: “Este Domingo constituye, por tanto, una buena ocasión para releer algunos documentos eclesiales y, sobre todo, los Praenotanda del Ordo Lectionum Missae (es decir la introducción al Misal y al leccionario), que presentan una síntesis de los principios teológicos, celebrativos y pastorales sobre la Palabra de Dios proclamada en la Misa, pero válidos, también, para toda celebración litúrgica (Sacramentos, Sacramentales, Liturgia de las Horas)”.
La lectura de estos documentos nos ayudará a descubrir la riqueza de la Palabra de Dios que cada domingo escuchamos en la Misa y a acoger con el corazón abierto lo que el Señor nos propone a través de ellas.
Como nos dice el Papa: “Es necesario, pues, que todos los clérigos, sobre todo los sacerdotes de Cristo y los demás que, como los diáconos y catequistas se dedican legítimamente al ministerio de la palabra, se sumerjan en las Escrituras con asidua lectura y con estudio diligente, para que ninguno de ellos resulte “predicador vacío y superfluo de la palabra de Dios que no la escucha en su interior”.
Y, nos sigue diciendo, que, puesto que debemos comunicarlo a los fieles, debemos tener especial atención a realizarlo: “En la Sagrada Liturgia”.
De esta forma, llegaremos a: “El sublime conocimiento de Jesucristo, con la lectura frecuente de las divinas Escrituras. “Porque el desconocimiento de las Escrituras es desconocimiento de Cristo” (Fil 3,8)”. (Papa Francisco, Aperuit illis, n. 8).