En Cartas Obispo Emérito

El próximo martes, celebraremos la fiesta de la Presentación del Señor, en este día desde hace veinticinco años celebramos un día dedicado a la Vida Consagrada. En este año 2021, el día 2 de febrero se cumplirán 25 años esta Jornada. San Juan Pablo II la instituyó en 1995.

De alguna manera, este año es lo que podemos llamar “jubilar” de esta Jornada. Después de estos años, echamos nuestra vista hacia atrás, para agradecer los frutos que hemos recibido con esta celebración y, a la vez, recibimos un nuevo impulso hacia el futuro.

Este año por las circunstancias sanitarias que vivimos no podemos celebrar físicamente juntos este día como lo hemos hecho otros años, en los distintos monasterios de vida contemplativa de nuestra diócesis y con la participación de los religiosos y religiosas de vida activa, de otros consagrados y a la que se unían sacerdotes diocesanos y fieles laicos.

Pero, esta imposibilidad de reunirnos físicamente en un lugar, no nos impide que todos nos unamos espiritualmente en este año “jubilar” de la Jornada de la Vida Consagrada. Con motivo de estos veinticinco años, el prefecto de la Congregación para la Vida Consagrada, cardenal Joao Braz de Aviz y arzobispo José Rodríguez Carballo, O.F.M., secretario de ésta, han querido dirigir una carta a todos los consagrados.

En esta carta animan a todos los consagrados a vivir la verdadera fraternidad, y nos dicen: “En la Encíclica Fratelli Tutti, el papa Francisco nos invita a actuar juntos, a reavivar en todos “una aspiración mundial a la fraternidad” (n. 8), a soñar juntos (n. 9) para que “frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social” (n. 6).

Y, más adelante, nos insisten en esta línea de fraternidad “soñada” por el papa Francisco: “Consagradas y consagrados en los institutos religiosos, monásticos, contemplativos, en los institutos seculares y en los nuevos institutos, miembros del ordo virginum, eremitas, miembros de las sociedades de vida apostólica, a todos os pedimos que pongáis esta Encíclica en el centro de vuestra vida, formación y misión. A partir de ahora no podemos prescindir de esta verdad: Todos somos hermanos y hermanas, como por lo demás rezamos, quizás no tan conscientemente, en el Padre Nuestro, porque “sin una apertura al Padre de todos, no habrá razones sólidas y estables para el llamado a la fraternidad” (n. 272)

Nos unimos hoy, en nuestra diócesis de Tarazona, a este deseo y, a la vez, a todos los consagrados que en ella trabajan y ofrecen su vida por el crecimiento de esta verdadera fraternidad que tanto necesita hoy nuestro mundo tan herido.

A María y a S. José, en este año dedicado a él, y, modelos de consagración a Dios, encomendamos a los consagrados y consagradas. Felicidades a toda la vida consagrada.

Teclea lo que quieres buscar y pulsa Enter