Han transcurrido 10 años de aquel 19 de marzo de 2011. Todo ha pasado rápidamente, como un suspiro. Parece que fue ayer cuando me acercaba tembloroso, pero confiado, al monasterio de Veruela. Después de 35 años en la ciudad eterna, nuestro Padre Dios me conducía a esta pequeña pero maravillosa diócesis de Tarazona. Sí, todo era nuevo para mí: nuevo servicio ministerial, nuevos compañeros sacerdotes, nuevas personas a las cuales prestar mi atención y volcar mi afecto e interés, nuevo ambiente humano, cultural, eclesial y religioso. Sí, tantas cosas nuevas, pero todas regadas abundantemente por cariño de Dios y de vuestras personas. Están siendo años verdaderamente llenos de satisfacción y felicidad, y los momentos oscuros y difíciles, que ha habido, han sido para valorar y apreciar más lo bueno y mucho que me habéis dado. Gracias de verdad.
Lo más doloroso están siendo estos largos meses de incertidumbre, dolor y sufrimiento que nos está causando el Covid 19. Me llora el corazón cuando escucho los números de muertos que este virus nos está llevando. Os acompaño con todo mi afecto queridos hermanos sacerdotes, religiosas, laicos. Rezo por todos vosotros y por vuestras familias. No os sintáis solos, Dios nuestro Padre camina con vosotros en medio de vuestros dolores y sufrimientos.
Para mi ordenación episcopal elegí la fiesta de San José. Quería ponerme bajo su protección y amparo. Si Él cuido con tanto cariño y atención a María y a Jesús, confiaba que también me acompañase a mi. Y así lo he sentido, cercano, solícito y buen consejero.
El sentido profético del Padre Francisco le ha llevado a dedicar este año a recordar y celebrar a San José, Patrono de la Iglesia universal. Preciosa coincidencia que me llena de profundo gozo y satisfacción. Todos sabemos el especial afecto y devoción que el Papa tiene a San José. En su habitación tiene una imagen de San José reposando y debajo de su regazo pone los problemas y necesidades para que San José se los solucioné, como hizo con Jesús y María. Y estoy seguro que se los soluciona.
Os invito queridos hermanos sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos que os unáis siempre, pero especialmente en este 19 de marzo, fiesta de San José, a mi oración y celebración, para que San José siga acompañándonos a todos en nuestro caminar diario y nos proteja contra esta ola mortífera de la pandemia.
El 19 celebraré la eucaristía en la catedral, a las 7 de la tarde, me acordaré de todos vosotros queridos feligreses de toda la diócesis de Tarazona.
Os saludo con un abrazo y mi bendición.
+Eusebio Hernández Sola, OAR.
Obispo de Tarazona