Llegamos a la celebración principal del año cristiano, la muerte y resurrección del Señor. Aunque son diversas las celebraciones de estos días, todas ellas tienen una unidad, el misterio pascual de Ntro. Señor Jesucristo, que, como decimos en la Eucaristía: “Muriendo destruyó nuestra muerte y resucitando restauró nuestra vida”.
Lo hacemos en medio de esta pandemia que desde hace un año nos amenaza y crea tantas incertidumbres de todo tipo. Este año, al menos, podremos acudir a las iglesias para poder celebrarlo junto a la comunidad cristiana.
Como nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica el misterio pascual es el centro de la vida litúrgica de la Iglesia (1085):
“En la liturgia de la Iglesia, Cristo significa y realiza principalmente su misterio pascual. Durante su vida terrestre Jesús anunciaba con su enseñanza y anticipaba con sus actos el misterio pascual”.
Cuando hablamos del misterio pascual, hacemos presentes la pasión, muerte, resurrección y glorificación de Cristo. En cada celebración actualizamos este misterio, así nos lo explica el Catecismo:
“Es un acontecimiento real, sucedido en nuestra historia, pero absolutamente singular: todos los demás acontecimientos suceden una vez, y luego pasan y son absorbidos por el pasado. El misterio pascual de Cristo, por el contrario, no puede permanecer solamente en el pasado, pues por su muerte destruyó a la muerte, y todo lo que Cristo es y todo lo que hizo y padeció por los hombres participa de la eternidad divina y domina así todos los tiempos y en ellos se mantiene permanentemente presente. El acontecimiento de la Cruz y de la Resurrección permanece y atrae todo hacia la Vida”.
Este año, por lo tanto, somos todos invitados a actualizar este misterio en nuestras vidas. Lo hacemos a través de las celebraciones y lo hacemos también, cuando espiritualmente nos unimos a Cristo, con nuestra oración.
El Catecismo (1104) nos explica también cómo esta actualización del misterio pascual, se hace contemporáneo nuestro a través de la acción del Espíritu Santo:
“La liturgia cristiana no sólo recuerda los acontecimientos que nos salvaron, sino que los actualiza, los hace presentes. El misterio pascual de Cristo se celebra, no se repite; son las celebraciones las que se repiten; en cada una de ellas tiene lugar la efusión del Espíritu Santo que actualiza el único Misterio”.
Os invito a vivir esta actualización del misterio pascual en nuestras vidas y en nuestras comunidades en las celebraciones de esta Semana Santa, dejémonos inundar por esta acción del Espíritu Santo; si así lo hacemos Él nos renovará y nos dará fuerzas para vivir nuestra vida cristianas con mayor autenticidad, aliviará nuestras penas, nos dará luz en nuestras oscuridad, seguridad en medio de la incertidumbres y, sobre todo, nos lanzará a testimoniar nuestra fe y hacer más efectiva nuestra caridad y servicio.
Queridos turiasonenses, os invito a vivir esta Semana Santa como un tiempo especial de interiorización. AMAR, MORIR y RESUCITAR: tres realidades para pensar y para vivir en estos días y en toda nuestra vida.
A todos os deseo una santa celebración del misterio pascual de Cristo en esta Semana Santa.
+Eusebio Hernández Sola, OAR.
Obispo de Tarazona