In Cartas Obispo Emérito

Tras el tiempo de Pascua que clausurábamos el domingo pasado con la solemnidad de Pentecostés, hoy en la solemnidad de la Santísima Trinidad celebramos la Jornada Pro orantibus 2021.

En esta Jornada toda la Iglesia recuerda con gratitud y esperanza a quienes recorren en ella la hermosa senda de la vida contemplativa. Lo hacemos en las circunstancias difíciles de la crisis sanitaria que se desató a principios de 2020 y viendo las duras consecuencias de todo tipo derivadas de la misma.

La vida contemplativa no es ajena a las realidades de este mundo, la vida contemplativa sufre cuando el mundo sufre. Su vida es una vida de cercanía a Cristo y por Él al dolor humano. El papa Francisco lo expresa así en la Constitución Apostólica Vultum Dei quærere:

“La vida consagrada es una historia de amor apasionado por el Señor y por la humanidad: en la vida contemplativa esta historia se despliega, día tras día, a través de la apasionada búsqueda del rostro de Dios, en la relación íntima con él. A Cristo Señor, que «nos amó primero» (1 Jn 4,19) y «se entregó por nosotros» (Ef 5, 2), vosotras, mujeres contemplativas, respondéis con la ofrenda de toda vuestra vida, viviendo en él y para él, «para alabanza de su gloria» (Ef 1, 12). En esta dinámica de contemplación vosotras sois la voz de la Iglesia que incansablemente alaba, agradece y suplica por toda la humanidad, y con vuestra plegaria sois colaboradoras del mismo Dios y apoyo de los miembros vacilantes de su cuerpo inefable”.

Como decimos los obispos de la Comisión Episcopal para la Vida Consagrada en el mensaje de esta Jornada:

“Los contemplativos… allí, en lo escondido de su corazón, donde están a solas con el Amigo, se unen a todos los seres humanos, especialmente a quienes están heridos, y desde ese lugar de encuentro sagrado aprenden y enseñan a llamar a todos amigos”.

Somos invitados a celebrar con gratitud y oración en este domingo de la Santísima Trinidad, bendiciendo al Señor por la vocación consagrada contemplativa y pidiendo hoy por tantos hermanos y hermanas nuestras que viven, oran y misionan en cientos de monasterios esparcidos por la geografía española y especialmente en nuestra diócesis de Tarazona.

Hoy elevamos nuestro agradecimiento y nuestra oración a Dios por los monasterios de nuestra diócesis: Clarisas y Concepcionistas de Borja, Casa de María de Betania en Bisimbre, Capuchinas de Calatayud y Carmelitas descalzas de Maluenda.

Queridas hermanas de vida contemplativa: toda la diócesis agradece profundamente la oración que incesantemente ofrecéis a Dios, continuad rezando para que el azote de la pandemia deje lo antes posible a todos sus feligreses. Gracias.

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