En Cartas Obispo Emérito

Celebramos el día de la Iglesia Diocesana de este año 2021. Podemos decir que es la celebración de una familia. Cada Iglesia diocesana, alrededor de su obispo, debe tener esa conciencia de no ser solo una estructura, o un conjunto de compartimentos estancos y aislados; sobre todo somos una familia.

En el Nuevo Testamento encontramos el fundamento de este ser familia de la Iglesia:

“Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.” (Romanos 8:14). “El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y, si somos hijos, somos herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Romanos 8: 16–17).

Si todos los que formamos la Iglesia somos hijos de Dios quiere decir que somos miembros de una misma familia, es decir entrar a formar parte de la Iglesia es ser “adoptados” en la familia de Dios, con un padre común y con hermanos y hermanas que son todos los creyentes.

La familia se enriquece y crece cuando sus vínculos son estrechos y fuertes, la pequeña o gran aportación de cada uno de sus miembros le ayuda a crear una propia identidad. Por eso, como nos dice este año el cartel de este Día de la Iglesia Diocesana:

«Somos lo que tú nos ayudas a ser». En cada comunidad parroquial, en cada grupo o comunidad, nuestra aportación es importante porque todos hemos recibido talentos para ponerlos al servicio de los demás.

En este día de nuestra Iglesia diocesana, al hacer crecer nuestros vínculos de la familia diocesana, todos debemos sentirnos integrados y, a la vez, implicados en un proyecto común, aportando lo mucho o poco que haya en nosotros.

El papa Francisco nos ha hablado repetidas veces, nos habla de hacer este proyecto familiar en “camino” y en “diálogo”, es lo que más técnicamente se llama sinodalidad; esta palabra de origen griego quiere decir hacer camino juntos. Este caminar juntos nos evoca otra palabra relacionada, comunión.

El concepto de comunión expresa en este contexto la sustancia profunda del misterio y de la misión de la Iglesia, que tiene su fuente y su cumbre en el banquete eucarístico.

Somos, pues caminantes en comunión y, por lo tanto, corresponsables de nuestra familia que es la Iglesia.

¿Qué debemos hacer para recorrer este camino de comunión?, nos responde el papa Francisco: hay sinodalidad donde está el Espíritu Santo, donde hay oración, donde hay amor comunitario, donde hay Eucaristía… Sin estas cuatro coordenadas, la Iglesia se convierte en una sociedad humana, un partido político —mayoría, minoría—, los cambios se hacen como si fuera una empresa, por mayoría o minoría… Pero no está el Espíritu Santo. Y la presencia del Espíritu Santo está precisamente garantizada por estas cuatro coordenadas”.

Vivir así, nos hará a la vez una Iglesia misionera, es decir una Iglesia que crece por atracción, con las palabras de Benedicto XVI, que usa Francisco, podemos decir: “La Iglesia no crece por proselitismo, crece por atracción”. Si falta el Espíritu Santo, que es lo que atrae a Jesús, ahí no está la Iglesia. Hay un bonito club de amigos, bien, con buenas intenciones, pero no está la Iglesia, no hay sinodalidad.

Que sepamos crecer en este espíritu para que nuestra diócesis que peregrina en Tarazona, vaya cada día sintiéndose familia. “Somos una gran familia contigo”. Te espero.

                            + Eusebio Hernández Sola, OAR

                                      Obispo de Tarazona

Teclea lo que quieres buscar y pulsa Enter