Desde hace cinco años, por deseo del papa Francisco, celebramos en este domingo la “Jornada Mundial de los pobres”.
En las primeras Jornadas del año 2017, el Papa en su mensaje expresaba el espíritu de esta iniciativa: “Que esta nueva Jornada Mundial se convierta para nuestra conciencia creyente en un fuerte llamamiento, de modo que estemos cada vez más convencidos de que compartir con los pobres nos permite entender el Evangelio en su verdad más profunda. Los pobres no son un problema, sino un recurso al cual acudir para acoger y vivir la esencia del Evangelio”.
El año 2016, el domingo 13 de noviembre, mientras en todas las catedrales del mundo se cerraban las Puertas de las Misericordia, el Papa Francisco celebraba en el Basílica de San Pedro el Jubileo dedicado a todas las personas marginadas socialmente. En la homilía, el Papa se expresaba de esta manera: “Precisamente hoy, cuando hablamos de exclusión, vienen rápido a la mente personas concretas; no cosas inútiles, sino personas valiosas. La persona humana, colocada por Dios en la cumbre de la creación, es a menudo descartada, porque se prefieren las cosas que pasan. Y esto es inaceptable, porque el hombre es el bien más valioso a los ojos de Dios. Y es grave que nos acostumbremos a este tipo de descarte; es para preocuparse, cuando se adormece la conciencia y no se presta atención al hermano que sufre junto a nosotros o a los graves problemas del mundo… Pidamos la gracia de no apartar los ojos de Dios que nos mira y del prójimo que nos cuestiona… especialmente al hermano olvidado y excluido”
Esta Jornada nos invita a “que se aumente la sensibilidad para comprender las necesidades de los pobres, en continuo cambio como lo son las condiciones de vida”. En este día, todos debemos hacer nuestro el deseo del papa Francisco: “que arraigue cada vez más en nuestras Iglesias locales y se abra a un movimiento de evangelización que en primera instancia salga al encuentro de los pobres, allí donde estén”.
Debemos, por lo tanto, salir al encuentro de los pobres. Como nos dice el Papa: “No podemos esperar a que llamen a nuestra puerta, es urgente que vayamos nosotros a encontrarlos”. “Los pobres están entre nosotros. Qué evangélico sería si pudiéramos decir con toda verdad: también nosotros somos pobres, porque sólo así lograremos reconocerlos realmente y hacerlos parte de nuestra vida e instrumentos de salvación”.
Queridos hermanos: no olvidemos que en ese rostro necesitado, sufriente, pobre está reflejado el rostro de Jesús, que es amor.