Comenzamos un nuevo año, por eso os expreso mi deseo de que este año que comenzamos esté lleno de las bendiciones de Dios para todos y, de un modo especial, para los que más han sufrido durante el pasado año, marcado por el COVID y que a tantas personas ha perjudicado de distintas maneras.
Inmersos todavía en las celebraciones de la Navidad, podemos decir con el papa Francisco: “La fiesta del Nacimiento de Cristo no desentona con la prueba que estamos atravesando, porque es por excelencia la fiesta de la compasión, de la ternura. Su belleza es humilde y llena de calor humano”.
El próximo jueves celebraremos la solemnidad de la Epifanía, tras la Natividad del Señor es otra gran fiesta de este tiempo de Navidad. En ella contemplamos cómo el “Dios con nosotros”, Jesús hecho hombre se manifiesta a todos los pueblos, razas y naciones, representados en los magos de Oriente que acuden a adorarlo. Es una fiesta que nos habla de la necesidad de llevar a Cristo y su evangelio a toda la humanidad; por ello tiene un carácter misionero.
Para nosotros esa realidad misionera se concreta en nuestra parroquia de Cochabamba en Bolivia. La parroquia de Santa Mónica es para todos nosotros una realidad cercana, durante 28 años ha estado presente en nuestra vida diocesana, son muchos los sacerdotes, religiosas y laicos que ha querido colaborar de modo directo con los trabajos pastorales y sociales que en ella se han emprendido.
A su vez, todas las parroquias de nuestra diócesis, incluso aquellas más pequeñas han colaborado, año tras año, con sus aportaciones económicas anuales, con el apadrinamiento de los comedores de los niños que acuden a las guarderías y colegios, “poniendo un niño en tu mesa”.
Como decía en la carta pastoral que en 2018 escribí con motivo del 25 aniversario de la llegada de los primeros sacerdotes diocesanos a esa parroquia: “Podemos decir que han sido unos años de un milagro y que, siendo una diócesis pequeña y con unos recursos económicos y humanos muy reducidos, hemos vivido con gran generosidad y alegría estos años de colaboración misionera con una diócesis hermana”.
También los obispos que durante estos años hemos servido la diócesis de Tarazona, hemos animado esta misión diocesana y todos hemos visitado la parroquia de Santa Mónica, quedando siempre asombrados de lo que el Señor hacía a través de nuestra diócesis en Cochabamba.
Hoy, dos sacerdotes enviados por nuestra diócesis, Florián Cuenca y Prosper Mbabazi, animan la pastoral y las diversas actividades que allí se siguen realizando. A ellos, y a cuantos han querido dar parte de su vida a esta misión, les damos las gracias.
Os invito a tener presente esta realidad diocesana el próximo día 6, en la oración y en nuestra aportación económica en la colecta que ese día hacemos. Si desde nuestra pequeñez hemos sabido mantener esta iniciativa misionera, desde esa misma pequeñez debemos seguir contando que uno de los trabajos de nuestra diócesis es esa parroquia lejana geográficamente, pero cercana afectivamente.
Reitero, mis mejores deseos para el año que comenzamos.