El próximo viernes día 11 de febrero, celebraremos la Jornada Mundial del Enfermo. En el año 1992 el papa san Juan Pablo II decidió que cada 11 de febrero se celebrara esta Jornada en la festividad de la Virgen de Lourdes.
La atención sanitaria a los enfermos es algo que debe ser prioritario en nuestra sociedad, todos los enfermos merecen los cuidados que restablezcan su salud o alivie sus dolencias y sufrimientos. Los enfermos son, entre otros, los miembros más débiles de nuestra sociedad y, por ello, todos debemos reclamar la atención sanitaria digna y justa para todos.
Pero, además, mediante esta Jornada se busca que toda persona se solidarice con los enfermos de su comunidad, llevándoles no solo medicinas, sino también sosiego y caridad cristiana.
El papa Francisco ha querido transmitirnos un mensaje para la XXX Jornada Mundial del Enfermo que encabeza con esta frase: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6,36). Estar al lado de los que sufren en un camino de caridad.
El Papa desea que esta Jornada pueda ayudarnos a crecer en el servicio y en la cercanía a las personas enfermas y a sus familias, especialmente en las diócesis y parroquias. Para ello, nos recuerda, nuevamente, lo que tantas veces nos repite con insistencia:
“Misericordiosos como el Padre”. El padre es fuerza y ternura a la vez. Por eso, podemos afirmar que Él nos cuida con la fuerza de un padre y con la ternura de una madre, siempre dispuesto a darnos nueva vida en el Espíritu Santo.
“Jesús, misericordia del Padre”. Jesús es el “testigo” del amor misericordioso del Padre a los enfermos. ¡Cuántas veces los Evangelios nos narran los encuentros de Jesús con personas que padecen diversas enfermedades! – nos dice el Papa- Él «recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas de los judíos, proclamando la Buena Noticia del Reino y sanando todas las enfermedades y dolencias de la gente» (Mt 4,23).
A su vez, nosotros debemos ser “testigos” con Jesús, especialmente en este tiempo de la pandemia. Por eso nos dice el papa Francisco: “He aquí, pues, la importancia de contar con la presencia de testigos de la caridad de Dios que derramen sobre las heridas de los enfermos el aceite de la consolación y el vino de la esperanza, siguiendo el ejemplo de Jesús, misericordia del Padre”.
“Tocar la carne sufriente de Cristo”. De esta invitación a ser testigos, se deduce, como nos dice el Papa, que acercarnos a los enfermos es “tocar la carne sufriente de Cristo” y, por ellos, los centros de asistencia sanitaria, casas de misericordia son imprescindibles. La misericordia hacia los enfermos ha llevado a la comunidad cristiana a abrir innumerables “posadas del buen samaritano”, para acoger y curar a enfermos de todo tipo, sobre todo a aquellos que no encontraban respuesta a sus necesidades sanitarias, debido a la pobreza o a la exclusión social, o por las dificultades a la hora de tratar ciertas patologías”.
Finalmente, esta Jornada nos invita a realizar una pastoral de la misericordia, que con los enfermos realice la presencia y cercanía de la Iglesia.
Recemos por todos los agentes sanitarios por su encomiable servicio a la sociedad.