In Cartas Obispo Emérito

El próximo miércoles comenzamos en el tiempo de Cuaresma con la celebración en la que se impondrá la ceniza en nuestras cabezas, signo de penitencia y manifestación de nuestro deseo de renovación.

El papa Francisco, como cada año, nos ha dirigido a todos un mensaje que nos ayude a celebrar este tiempo, se inicia con un versículo de la carta de san Pablo a los Gálatas: «No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a). El tiempo de Cuaresma debe ser para todos un tiempo de gracia, como nos dice Francisco: “Un Kairós, un tiempo propicio para sembrar el bien con vistas a la cosecha”.

La Cuaresma debe ser un tiempo propicio para abandonar el mal y emprender, de nuevo, el camino del bien. Nos dice el Papa: “Con demasiada frecuencia prevalecen en nuestra vida la avidez y la soberbia, el deseo de tener, de acumular y de consumir, como muestra la parábola evangélica del hombre necio, que consideraba que su vida era segura y feliz porque había acumulado una gran cosecha en sus graneros (cf. Lc 12,16-21)”.

Este tiempo que comenzamos debe ser un tiempo de cambio interior: “La Cuaresma nos invita a la conversión, a cambiar de mentalidad, para que la verdad y la belleza de nuestra vida no radiquen tanto en el poseer cuanto en el dar, no estén tanto en el acumular cuanto en sembrar el bien y compartir”.

El papa Francisco nos propone cómo podemos retomar en nuestra vida la auténtica dirección cristiana que debemos retomar:

  • No nos cansemos de orar.
  • No nos cansemos de extirpar el mal de nuestra vida.
  • No nos cansemos de hacer el bien en la caridad activa hacia el prójimo.

Son, en definitiva, las tres propuestas que cada año nos hace el tiempo de Cuaresma: la oración, el ayuno y la limosna.

Oración: “Necesitamos orar porque necesitamos a Dios. Pensar que nos bastamos a nosotros mismos es una ilusión peligrosa. Con la pandemia hemos palpado nuestra fragilidad personal y social. Que la Cuaresma nos permita ahora experimentar el consuelo de la fe en Dios, sin el cual no podemos tener estabilidad (cf. Is 7,9)”. A su vez debe ser una oración con la comunidad, en las muchas oportunidades que parroquias y cofradías nos ofrecen este tiempo.

Ayuno: de tantas cosas en las empleamos nuestro tiempo, de todo aquello que: “Nos impulsa hacia el egoísmo y a toda clase de mal, y que a lo largo de los siglos ha encontrado modos distintos para hundir al hombre en el pecado”.

Limosna/caridad: “cuidar a quienes tenemos cerca, para hacernos prójimos de aquellos hermanos y hermanas que están heridos en el camino de la vida”.

Finalmente, es un tiempo para reconciliarnos con Dios: “No nos cansemos de pedir perdón en el sacramento de la Penitencia y la Reconciliación, sabiendo que Dios nunca se cansa de perdonar”.

Os deseo de corazón una santa cuaresma.

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