En Cartas Obispo Emérito

“Tú, cuando quieras orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta, y Dios, que ve lo escondido, te escuchará”. Estas palabras escuchábamos al comenzar la Cuaresma. Por ello, quiero hoy invitaros a todos a retomar la oración como algo importante para nuestra vida cristiana.
El Catecismo de la Iglesia Católica (2565) nos presenta la oración como un acto de relación y unión con la Santísima Trinidad: “En la nueva Alianza, la oración es la relación viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo… Así, la vida de oración es estar habitualmente en presencia de Dios, tres veces Santo, y en comunión con Él. Esta comunión de vida es posible siempre porque, mediante el Bautismo, nos hemos convertido en un mismo ser con Cristo (cf Rm 6, 5). La oración es cristiana en tanto en cuanto es comunión con Cristo y se extiende por la Iglesia que es su Cuerpo. Sus dimensiones son las del Amor de Cristo (cf Ef 3, 18-21)”.

La oración, bendición y súplica:
La oración debe ser siempre una bendición a Dios por su cercanía y su misericordia. Pero, también una súplica para que Dios nos bendiga. La oración debe ser también adoración, ya que reconocemos nuestra pequeñez y nuestra condición de criaturas y, a la vez, nos sentimos amados por Dios; podemos decir que “asombrados” por este gran amor al que adoramos con toda gratitud, sencillez y humildad.

La oración, acción de gracias y alabanza:
De estas dos realidades de la oración van surgiendo otros aspectos que tiene la oración cristiana. En primer lugar, la acción de gracias. Dar gracias a Dios, el dador de todo bien, nos hace felices. También, la alabanza, aunque Dios no necesita de ella, pero nosotros necesitamos expresar espontáneamente nuestra alegría en Dios y nuestro gozo en el corazón. Alabamos a Dios porque existe y porque es bueno. Con ello nos unimos ya a la alabanza eterna de los ángeles y los santos en el cielo.
La oración petición e intercesión:
Dios sabe lo que necesitamos. Sin embargo, quiere que “pidamos”: que en las necesidades de nuestra vida nos dirijamos a Él, le gritemos, le supliquemos, nos quejemos, le llamemos, que incluso “luchemos en la oración” con él. Muy unida a esta dimensión está la intercesión petición por los demás. Los grandes orantes de la Biblia lo han hecho y, sobre todo, lo ha hecho Jesús. Orar por los que amamos, orar por el mundo.

Especial oración por Ucrania:
De este aspecto, último, quiero subrayar la necesidad de orar por la paz, especialmente por la paz en Ucrania. Este pasado miércoles, al comenzar la Cuaresma, así nos lo pedía el Papa. Que el Señor mueva los corazones ante lo que el papa Francisco llama “la insensatez diabólica de la violencia”. “Que la Reina de la Paz preserve al mundo de la locura de la guerra”.

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