In Cartas Obispo Emérito

Durante toda la Cuaresma nos hemos venido preparando para la celebración de la Semana Santa.

En primer lugar, quiero unirme a las cofradías de Semana Santa. Este año, recobramos lo que durante los dos últimos no hemos podido realizar y forma parte de la tradición tan arraigada en nuestros pueblos y ciudades: las procesiones y los actos públicos de cofradías y hermandades.

Si hay algo que caracteriza y, a la vez, diferencia la Semana Santa en tantos lugares de España son los pasos y las procesiones que se celebran a lo largo de todos estos días. Por toda la geografía de nuestra diócesis encontramos también, pueblos y ciudades que sacan en procesión las imágenes que muestran momentos de la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Jesucristo, haciéndonos visible aquello que celebramos estos días.

Este año, supone para las cofradías un momento esperado con mucha ilusión, tras el parón impuesto por el COVID. Al volver este año a procesionar por las calles, los cofrades y las cofradías debéis ser conscientes de vuestro testimonio cristiano.

Las cofradías y hermandades tienen la misión promover el culto público de los misterios del Triduo Pascual, dejando en segundo lugar elementos accesorios y centrándose en el crecimiento personal y espiritual de los cofrades.

En segundo lugar, quiero dirigirme a todos vosotros en que las distintas parroquias y comunidades celebráis estos días santos.

Os invito a vivir estas celebraciones participando en la vida litúrgica de vuestras comunidades. Es también un tiempo propicio para fomentar y cuidar la oración, así como la lectura más pausada de los evangelios de estos días, la participación activa de los sacramentos especialmente de la Eucaristía y la Penitencia.

A unos y a otros, todo estos actos y celebraciones nos preparan para vivir intensamente la alegría de la Pascua. No somos cristianos por el hecho de creer en la cruz, en el sufrimiento y en la muerte. Somos cristianos porque creemos en la resurrección, en la liberación, en la vida y en la alegría.

Por ello, como nos decía el papa Francisco en una mañana de Pascua, refiriéndose a la resurrección de Cristo: «Dejemos que esta experiencia grabada en el Evangelio, se imprima en nuestros corazones y brille a través de nuestras vidas. Dejemos que el estupor alegre del Domingo de Pascua se irradie en los pensamientos, miradas, actitudes, gestos y en las palabras… Tal vez, somos cosas luminosas… ¡Pero esto no es un maquillaje! Viene de adentro, de un corazón inmerso en la fuente de esta alegría, como la de María Magdalena, que lloraba por la pérdida de su Señor y no podía creer lo que veía al verlo resucitado».

A todos os deseo de corazón una feliz y gozosa Pascua de Resurrección..

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