Este domingo comenzamos el mes de mayo, mes en el que en muchas parroquias se celebran las primeras comuniones y también el sacramento de la confirmación. El tiempo de Pascua en el que estamos es el más indicado para recibir los sacramentos de la Iniciación Cristiana.
Como decía el papa Francisco en una celebración en la que dio la primera comunión a varios niños y niñas, “La Primera Comunión es ante todo una fiesta en la que celebramos que Jesús quiso quedarse siempre a nuestro lado y que nunca se separará de nosotros. Una fiesta que ha sido posible gracias a nuestros padres, nuestros abuelos, nuestras familias y a las comunidades que nos han ayudado a crecer en la fe”.
La Eucaristía es el mismo Jesús. Él ha querido quedarse con nosotros hecho pan, para salvar a toda la humanidad a lo largo de la historia. Su amor hacia nosotros es tan grande que ha querido hacerse tan pequeño como un trozo de pan para que nos podamos alimentar de él.
Jesús ha resucitado y está vivo en la Eucaristía, no lo podemos ver con nuestros ojos, pero sí lo podemos ver con los ojos de la fe. El Papa decía a los niños que iban a recibir la comunión: “Hacer la Primera Comunión significa querer estar cada día más unidos a Jesús, crecer en amistad con Él y que otros también puedan disfrutar de la alegría que nos quiere regalar. El Señor os necesita para poder realizar el milagro de que su alegría llegue a muchos de vuestros familiares y amigos”.
En el día en que celebréis las primeras comuniones debéis dar gracias a Dios por este gesto de amor que tiene hacia vosotros, pero también debemos dar gracias a vuestras familias; a los padres que se han preocupado de vuestra formación cristiana y os han llevado a la catequesis para prepararos a este gran día, también a los abuelos que en estos tiempos tanto hacen por vosotros.
No debemos olvidar a los catequistas que con tanta generosidad y amor os han ido acompañando en este tiempo de preparación. La gran mayoría de nosotros hemos contado con un catequista en un momento de nuestra vida, un sacerdote, religioso, religiosa, laico comprometido e inmediatamente nos surgen tantos recuerdos y enseñanzas que nos enriquecieron y nos hicieron disfrutar y saborear las cosas de Dios. ¡Cómo no manifestarles nuestra gratitud y deuda por esos bellos conocimientos que sembraron en nuestra búsqueda de Dios!
Hace algunos años san Juan Pablo II decía en el jubileo de los catequistas: “El catequista está llamado a indicar en Jesús al Mesías esperado, al Cristo. Tiene como misión invitar a fijar la mirada en Jesús y a seguirlo, porque sólo Él es el Maestro, el Señor, el Salvador. Como el Precursor, el catequista no debe enaltecerse a sí mismo, sino a Cristo. Todo está orientado a él: a su venida, a su presencia y a su misterio”.
Este mes de mayo es también el mes de María, por ello, al comenzar este mes a Ella dedicado os queremos confiar a su maternal protección en el día de vuestra Primera Comunión.
Muchas felicidades a todos.