Queridos hermanos y amigos:
El pasado 28 de junio el papa Francisco aceptaba mi renuncia, como obispo de Tarazona, y nombraba al sacerdote D. Vicente Rebollo Mozos de la archidiócesis de Burgos, como nuevo obispo de nuestra diócesis.
Hace ya tres años, cuando cumplí los 75 años que, según lo establecido, presente mi renuncia al Papa, le agradezco que me haya concedido prolongar durante tres años mi servicio episcopal estando a vuestro servicio.
Al despedirme de vosotros, no me cabe otro sentimiento que dar gracias a Dios por estos once años y medio que he pasado entre vosotros. Ha sido una experiencia inolvidable, maravillosa y enriquecedora. Vine sin conoceros, pero me marcho con el corazón henchido de hermosas experiencias, vivencias, momentos entrañables. Me despido, pero os llevo a todos en mi corazón. Han sido unos años muy felices. Gracias a Dios, que lo he sentido siempre muy cercano, y a la acogida y cariño que siempre me habéis mostrado todos vosotros. Habéis sabido comprenderme y seguramente perdonarme tantos errores, descuidos, olvidos, pero no ha sido nunca por mala voluntad; yo siempre he intentado hacer las cosas de la mejor manera posible. No sé si lo he conseguido.
Durante estos años, he gozado enormemente de la vida pastoral: El trato con mis queridos hermanos sacerdotes, los encuentros con las religiosas de vida contemplativa, con los religiosos y religiosas de vida activa, con las visitas pastorales, con la cercanía de la gente de los pueblos, las celebraciones eucarísticas y sacramentales, las fiestas en las ciudades y pueblos, con la colaboración generosa de Caritas, con las Cofradías, con las relaciones cordiales y de búsqueda del bien común con las autoridades municipales, en fin, tantas y tantas hermosas experiencias. Gracias a Dios.
Al comenzar mi ministerio tuve la gracia de reabrir la Catedral de Tarazona, que había permanecido durante 30 años cerrada y el colofón lo ha puesto la apertura de la Colegiata de Santa María de Calatayud. Pero, durante estos años, han sido muchas las intervenciones y restauraciones en el patrimonio de nuestra diócesis por lo que agradezco a Dios y a las distintas instituciones que lo han hecho posible.
También me siento agradecido a Dios, por nuestra misión diocesana en Cochabamba, por las obras sociales y caritativa realizadas y, últimamente con el excelente y solidario broche de oro de la acogida a los queridos y sufridos ucranianos en el seminario. En esta última vivencia he podido confirmar la generosidad y bondad de vuestros enormes corazones. Gracias de verdad a todos los voluntarios que habéis saltado fronteras y peligros para socorrer a decenas de refugiados. Que Dios recompense tanta generosidad y bondad.
Ahora me retiro a la vida en la cual me comprometí hace muchos años, a mi querida orden de Agustinos Recoletos. Trataré de trabajar en lo que se me pida y sea capaz y, sobre todo, intentaré dar más horas al Patrón de la viña para que siga dando excelentes “caldos” de bondad y santidad a los trabajadores y viñadores de esta querida tierra aragonesa y a este pobre obrero.
Después de muchos años seré el primer obispo “emérito” de Tarazona, esto quiere decir que quedo vinculado a vosotros y a la diócesis, lo haré con mi oración y estando siempre a vuestra disposición.
Os dejo con fuerte abrazo de hermano y amigo, y la bendición de nuestro querido Padre Dios, acompañada de nuestra amada Virgen del Pilar.