In Cartas del Obispo, Cartas dominicales

Este domingo celebramos la VI jornada mundial de los pobres, día que instituyó el papa Francisco para que pensemos en los pobres que tenemos cerca de nosotros, Que no pasen desapercibidos a nuestro lado, los sintamos como parte de nuestra sociedad, que sean caras amigas y no indiferentes o despreciados. Y se trata de esforzarnos para combatir la pobreza, intentar que desaparezca, no es buena y a la vez, valorar a las personas que la sufren, a los pobres, Dios los mira con amor son sus hijos y hermanos nuestros.
El papa Francisco en el mensaje de este año para esta jornada nos dice que “ Frente a los pobres no se hace retórica, sino que se ponen manos a la obra y se practica la fe involucrándose directamente, Sin delegar en nadie”.
Es una invitación a ser prácticos y concretos, porque no estamos pensando en las causas de la pobreza sino en su peor consecuencia, las personas que lo sufren; añadiendo esto, que para los creyentes es un compromiso ineludible que brota de la propia fe.
Es una invitación a que pasemos de un “comportamiento asistencialista hacia los pobres”, se trata de que a nadie le falte lo necesario, por eso nos dice el Papa Francisco “no es el activismo lo que salva, sino la atención sincera y generosa que permite acercarnos a un pobre como a un hermano que tiende la mano para que yo me despierte del letargo en el que he caído”.
Los pobres son para nosotros una oportunidad, un termómetro para ver cómo funciona mi corazón, cómo soy capaz de identificarme con Cristo “que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (2 Cor. 8,9). Y ponen a prueba nuestro ser comunidad parroquial y diocesana, ya que la solidaridad crece y se ejerce de forma más fácil y rápida sintiéndonos familia; así lo expresa el Papa “mientras más crece el sentido de comunidad y de comunión como estilo de vida mayormente se desarrolla la solidaridad”
Por desgracia la situación actual en la que vivimos ha acentuado en la pobreza: inflación, guerras, falta de materias primas… Qué pena, tanta evolución en el hombre, tanto progreso vertiginoso en el que estamos inmersos, en especial los tecnológicos, para que luego eso no se traduzca en progreso social y económico para todos. Las diferencias crecen y se acentúan entre las personas y los países.
Es verdad que también se ha despertado la solidaridad En las personas y en las familias. Y ejemplo claro y cercano tenemos en nuestra diócesis que sabido a coger con prontitud y generosidad a muchos refugiados ucranianos. Ha sido un ejemplo de cómo hacer importantes a muchas familias necesitadas, desde nuestra ayuda y solidaridad. Qué buen ejemplo dado por los promotores de esta actividad, los voluntarios, las instituciones, todos los que de una manera u otra se están comprometiendo en su ayuda. Es una muestra de cómo nos importan las personas y de cómo unidos podemos hacer mucho por ellos.
Ojalá mantengamos siempre muy despierta nuestra solidaridad. Los pobres son caras amigas, una oportunidad para unirnos a Cristo que se hizo pobre para que todos seamos ricos.

+Vicente Rebollo Mozos
Obispo de Tarazona

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