Comenzamos la preparación para celebrar la fiesta de Navidad, comenzamos el Adviento. De esta manera rememoramos la larga preparación de la historia para la venida del Mesías, hecho que se hizo realidad en Belén y también coma renovamos el deseo, la esperanza en su segunda venida.
Es tiempo de espera porque sabemos que el señor vendrá de nuevo y eran nuevas todas las cosas (Ap. 21,5); es tiempo de esperanza porque sabemos que el señor ya vino y desde entonces nos acompaña, no nos deja solos, y además, nos invita para que colaboremos en la llegada de un mundo nuevo y una tierra nueva (Ap. 21, 1). Esperamos la llegada de Dios hecho hombre en Jesús, esa es nuestra esperanza, ver a Dios hecho hombre es nuestra fortaleza.
El Cristiano tiene que ser un hombre de esperanza, que siembra luz en este mundo, para ello previamente, tenemos que desenmascarar y trabajar para quitar la desesperanzas que encontramos en nuestra vida:
- Desesperanzas que produce la crisis económica en la que estamos envueltos, escasos recursos, salarios bajos, precios altos, inflación creciente, impuestos crecientes.
- Desesperanzas que produce la crisis social, diferencias irreconciliables entre personas, falta de respeto por la vida, olvido de los débiles, poco apoyo a la familia, educación y sanidad que no llegan para todos.
- Desesperanza por la crisis humanitaria que producen las guerras, la falta de tolerancia, la falta de democracia, el no respeto a la naturaleza.
- Desesperanzas por la crisis espiritual falta de verdad, abundancia de manipulación, falta de valores, exceso de intereses, falta de entendimiento, exceso de violencia.
Quitar desesperanzas para dejarnos llenar de esperanzas que el espíritu está sembrando en nosotros:
- Esperanza en la misericordia del padre, su amor siempre misericordioso nos renueva cada vez que acudimos a él y nos llena de fuerza para vivir desde y para su voluntad
- Esperanza en la valentía frente a las tentaciones, la avaricia, el egoísmo, el poder no tendrán la última palabra.
- Esperanza en una iglesia atenta y generosa, sólo dando es como se recibe, “dad y se os dará, os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante” (Lc. 6,38).
- Esperanza en la comunidad y en la fraternidad, la sinodalidad como fuente de evangelización, la comunidad como sujeto que anuncia el Evangelio, la fraternidad como testimonio en un mundo separado y dividido.
- Esperanza en la iglesia que lava los pies como testimonio de servicio a los últimos, qué siente el servicio como un mandato vivo, “lo que yo he hecho con vosotros, que vosotros también lo hagáis” (Jn. 13, 15)
Amplia tarea a considerar en este tiempo de Adviento, no descuidemos la oración, los sacramentos, la realización de obras de caridad, así sentiremos vivo el espíritu en nuestro interior, fuente de vida y de esperanza.
Como Juan Bautista, como José, como María dispongámonos a preparar el camino para que el señor venga, nos transforme y nos renueve.
+Vicente Rebollo Mozos
Obispo de Tarazona