En Cartas dominicales

 

Hablar de la palabra tentación parece algo del pasado, la pérdida del sentido de pecado contribuye a ello. Mi conciencia no me pesa, no me reprende. Solemos decir, ni robo, ni mato, luego soy bueno. Así ha ido evolucionando nuestra vida interior poniendo nuestras exigencias de cara a los demás prácticamente al nivel de los delitos, como no los cometo, soy bueno.

También ha contribuido a esto el exacerbado sentido de la libertad, yo soy mi único límite y mi propia norma, por tanto, yo modelo y recreo mi conciencia, así está siempre tranquila porque lo qué hago es en uso de mi libertad; de nuevo volvemos al no robo ni mato, luego soy bueno.

Confieso que no termino de creerme que las personas sean así, porque la gran mayoría de las que conozco y trato no lo son; y más allá de los cercanos, creo que tampoco lo son. Porque acaso el niño que no obedece a su madre, ¿no siente y sabe que no está actuando bien?

El estudiante que no va a clase, que no estudia o copia en los exámenes, aunque apruebe, ¿no considera que no es el camino correcto el que ha elegido?

El trabajador que no cumple su horario, que no rinde lo que puede, que se esconde para no ayudar o no le manden, ¿en algún momento no piensa que no ha actuado bien?

El que compra o vende, si engaña al otro, aunque de momento se sienta contento incluso hasta orgulloso, ¿no es consciente de lo inadecuado de su actuación?

Los amigos, las parejas ¿no son conscientes cuando no actúan con sinceridad y valentía? Podríamos seguir poniendo ejemplos, pero no se trata de hacer un examen de conciencia.

Hay otro ejemplo que nos indica cómo las personas sienten la voz de la conciencia en su interior, se trata cuando recurren a la autojustificación o la disculpa para no hacer frente a las verdaderas razones de su comportamiento. Cuando preguntas a las personas de los ejemplos anteriores por qué actúan de esa manera, estoy convencido que la mayoría respondería yo no soy así, o lo hacen todos. Como veis no son argumentos serios sino disculpas, es una manera de encubrir la propia responsabilidad acallando la conciencia.

Podemos decir que la tentación actual es el negar la existencia de la tentación, el pensar que somos buenos porque sí, por existir, y que tenemos que evitar el cuestionarnos muchos comportamientos, muchas formas de actuar.

Hoy es el primer domingo de Cuaresma y a través del Evangelio de San Mateo escucharemos el relato de las tentaciones de Jesús antes de comenzar la predicación del Reino y después de haber pasado 40 días en el desierto ayunando y en oración. Veamos la actualidad plena del relato. Sobre todo, descubramos lo que nos transmite: es posible vencer la tentación con la gracia de Dios. La tentación la tenemos metida dentro de nosotros, pero la gracia de Dios está con más fuerza en nuestro interior para vencerla, y como dicen los caminantes, si tropiezas y no caes avanzas el doble. La tentación cuando se gana nos hace más fuertes para vencer la próxima, y amar a Dios, al prójimo y a nosotros mismos con más fuerza.

Feliz cuaresma.

 

+Vicente Rebollo Mozos.
Obispo de Tarazona

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