En Cartas del Obispo, Cartas dominicales

Este domingo celebramos el Misterio de la Santísima Trinidad que nos revela que nuestro Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Es lo propio y exclusivo de nuestra fe, tenemos un Dios que es uno y trino a la vez. Dios es Padre creador, Dios es Hijo que nos ha redimido con su muerte y resurrección, Dios es Espíritu Santo que procede del Padre y del Hijo, que nos santifica, que está presente de forma permanente en la Iglesia, que nos ayuda a todos los bautizados y confirmados a vivir desde el amor de Dios y para el amor de los hermanos.

Mucho han escrito los santos, los teólogos, los místicos sobre este misterio del Dios Amor para intentar conocerle. Para nosotros, gente sencilla, nos resulta más fácil acudir al Evangelio en el que en numerosas ocasiones Jesús habla del Padre y también del Espíritu Santo como don del Padre. Así lo acabamos de celebrar la semana pasada en la fiesta de Pentecostés. La mejor manera de entenderlo es acudir a la definición que hace San Juan, “Dios es amor” (I Jn 4,8) o como nos dice el evangelio: “El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14, 23). Así es como se entiende el Misterio de Dios, Uno y Trino, desde el amor acogido en nuestro interior y desde el amor dado a los demás, como expresión de que Dios nos llama y nos invita a darnos a los otros como Él lo hace con nosotros.

El lenguaje del amor nos lleva a Dios, por eso nos dice Jesús que Dios se revela y le entienden únicamente los que tienen el corazón sencillo y humilde.

Con motivo de esta fiesta de la Santísima Trinidad, la Iglesia celebra la Jornada Pro-Orantibus. Esta expresión se refiere a los religiosos de vida contemplativa, es su día. El Papa Francisco nos invita a valorarlos porque “hay otro testimonio que recorre la historia de la fe: el de las monjas y monjes, hermanas y hermanos, que renuncian a sí mismos y al mundo para imitar a Jesús, en el camino de la pobreza, la castidad, la obediencia y para interceder en favor de todos“. Dedican gran parte de su jornada a rezar, a interceder por nosotros, por la iglesia, por los necesitados. Son una gran riqueza para la Iglesia. Es la fe hecha compromiso desde la vida entregada a Dios en el silencio, la oración y la vida comunitaria. Con palabras de Francisco “son el faro que señala el puerto a quien está perdido en altamar”. En nuestra diócesis tenemos cinco conventos de religiosas de vida contemplativa que nos cuidan cada día con su oración y son un ejemplo de amor y entrega a Dios. Es una suerte para nuestra iglesia. Como dice el lema de la campaña de este año “generan esperanza” en nosotros.

Se lo agradecemos de corazón. En este día expresamos nuestro cariño hacia ellas con nuestra oración especial. Rezamos para que haya más vocaciones para nuestros conventos diocesanos.

Que Dios os pague todo lo que hacéis por esta Iglesia de Tarazona.

 

+Vicente Rebollo Mozos
Obispo de Tarazona

 

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