Vamos avanzando por el camino del tiempo de Adviento, nos encontramos celebrando el tercer domingo, lo que quiere decir que la Navidad está cerca. “Preparad el camino al Señor” nos dice San Juan Bautista, indicando que se trata de algo instrumental, que no es un fin en sí mismo, es caduco, sirve para llegar a la Navidad y que Jesús puede entrar en nuestra vida, estar con nosotros y hacernos hijos de Dios como Él lo es. Que esta preparación no sea una mera rutina para que no diga de nosotros: “vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron” (Jn. 1, 11)
Durante este tiempo de Adviento, Cáritas nos invita a prepararnos para la venida del Señor con este mensaje, “Tú tienes mucho que ver. Somos oportunidad. Somos esperanza”. Tenemos que hacer nuestra la oración de petición del ciego de nacimiento ante Jesús: “Señor que vea”. Significa que tenemos que ser protagonistas de nuestra historia, de nuestra vida. Como seguidores de Jesús, tenemos que mirar hacia nuestra vida, ver a los demás y ver a Dios que nos ama.
“Solo se ve bien con el corazón” le decía el zorro al Principito, “lo esencial es invisible a los ojos”; el único que sana nuestro corazón es Cristo para que veamos a los que nadie ve, los desprotegidos, los débiles, los que están solos.
Éstas son las cosas nuevas que nos invita a ver el Señor durante este Adviento, para ello necesitaremos, como el ciego, que vaya abriéndonos los ojos poco a poco; es decir, en la medida que crezcamos en el amor a Cristo, iremos viendo a los necesitados de ese amor. Sólo así podremos ser oportunidad y esperanza para todos.
En mi reciente viaje a nuestra parroquia de Santa Mónica, en Cochabamba, descubrí cómo la misión se convertía en oportunidad y esperanza para muchos, desde los niños hasta los mayores, desde los que están solos hasta las familias, todo ello, estando cercano y acompañando de uno en uno, de pocos en pocos. Me comentaba uno de los sacerdotes cómo él se cuestionaba qué hacer para llegar a más personas. Encontraba la respuesta a esta cuestión en el Evangelio. Jesús tampoco pudo ayudar a todos, hizo unos pocos milagros, ayudó a los que estaban más cerca. El resto nos lo encomendó a nosotros, y así, va creciendo el Reino de Dios. En definitiva, se trata de reconocer la esperanza en las limitaciones.
Que no desaprovechemos ninguna oportunidad para ayudar, para entregarnos al que está al lado, así seremos esperanza para él y, seguro que él lo será para otros. Así se ha ido extendiendo la buena noticia del Evangelio. Una vez le dijeron a Santa Teresa de Calcuta que lo que ella hacía era como echar una gota de agua en el mar y ella respondió: “si no lo hiciera el mar tendría una gota menos”.
Somos esperanza, que nuestra vida sea una oportunidad para los demás; así la luz del Adviento, la esperanza de la Navidad, irá creciendo cada vez en más personas.
+Vicente Rebollo Mozos.
Obispo de Tarazona