Reconozco que esta expresión es novedosa para mí, siempre había oído hablar de poner el nacimiento, el belén o el misterio. Sé que en otras tierras también se dice; tiene su sentido porque refleja la humildad, la pobreza y la sencillez con la que nace el Hijo de Dios; expresa también, la realidad de que no encontró ningún lugar para nacer, tan solo ese pesebre que le prestaron los pastores porque como dice San Lucas “no había sitio en la Posada” (Lc. 2, 7).
Este año se cumplen 800 desde que San Francisco de Asís, el año 1223 en la localidad italiana de Greccio celebró la Navidad representando el nacimiento de Jesús con animales, un buey y una mula, con un pesebre y con distintas personas. Quería ayudar a que la gente experimentara la fiesta de la Navidad de la forma más real posible. San Francisco consideraba este día como la “fiesta de las fiestas”; según su biógrafo, la celebró con inefable fervor, veneraba con gran devoción las imágenes del Niño Jesús, las besaba con dulzura, le servía para reconocer lo fundamental, que es la humanidad del Hijo de Dios para redimirnos; sin su nacimiento no llegaría nunca la Pascua de la Resurrección. Este santo, amante de la pobreza y la humildad, encontraba en el pesebre la humildad y la pobreza de Dios. Desde su nacimiento se ha unido plenamente a los más débiles, en palabras del Papa Francisco, el Belén “manifiesta la ternura de Dios. Él, el creador del universo se abaja a nuestra pequeñez” (Carta apostólica Admirable signum)
Es de admirar las obras de arte que se realizan en muchos sitios con la colocación de los nacimientos, cuánto tiempo, esfuerzo y dedicación en la construcción y recreación de esta escena, que no nos falten nunca. Pasear por las calles de nuestros pueblos y ciudades y ver en los espacios públicos, en los escaparates… las imágenes de los nacimientos, es algo que ambienta y ayuda a vivir la Navidad; son una pequeña luz que nos hace ver que estos días son algo más que fiestas y consumo. Felicito a las autoridades y a los particulares que nos ayudáis con estas representaciones y porque no os habéis abandonado a esa paganización que se hace en otros lugares, por modernismo o por querer positivamente desentenderse de todo sentido religioso de la Navidad. Felicito también a los colegios, comunidades religiosas y cualquier otro lugar en los que está presente el nacimiento; pero muy especialmente, quiero felicitar a las familias por mantener esta tradición. Poner el Belén en familia es una ocasión preciosa para recordar qué es lo fundamental de estos días. Seguro que os sirve a los padres para dar una bonita catequesis a vuestros hijos sobre el misterio de Dios que se hace hombre para que los hombres seamos hijos de Dios. Hacerlo así, es empezar con buen pie estas celebraciones de nuestra fe cristiana.
Que nadie nos quite nuestra tradición, nuestra cultura y, sobre todo a nosotros los creyentes, ese deseo de que Dios nazca de nuevo dentro de cada uno de nosotros, y esto nos ayude a reconocer en cada persona a un hijo de Dios.
Feliz Navidad a todos.
+Vicente Rebollo Mozos
Obispo de Tarazona