Cada 30 de enero, en los colegios se celebra una jornada educativa para fomentar la no violencia y la paz. Se pretende que en las aulas se aprenda a vivir la tolerancia, la solidaridad, la concordia, el respeto, la no violencia y la paz. Así, los alumnos serán siempre defensores del entendimiento entre las personas diferentes como forma de resolver los conflictos, de vivir el respeto y la tolerancia como forma de comportamiento habitual.
Sin duda, en nuestra sociedad hay exceso de violencia; en realidad no debería de existir, y no me refiero solo a las guerras, terrorismos, asesinatos… También en nuestra vida de cada día, se dan faltas de respeto, hay agresividad en el hablar o en el actuar, entre mayores, entre jóvenes y también entre niños. Hay faltas de respeto contra los animales, contra la naturaleza o contra las cosas hechas por los hombres que nos ayudan en la vida de cada día; reciben agresiones inútiles que embrutecen al que las realiza, aunque el agresor piense que así se reafirma ante la sociedad o ante su tribu. Estos comportamientos nos impiden disfrutar de lo que Dios nos ha regalado y que tanto bien nos hace.
Sin duda la peor violencia es entre personas. Se produce en el deporte, en la cultura, en la educación, en diversos ambientes… incluso dentro de la familia. Violencia, que con demasiada frecuencia llega, por desgracia, hasta la muerte.
No acertamos a saber las causas, pero es una realidad constatable. Sólo la educación desde la infancia en el respeto y la tolerancia, en la diversidad y en la fraternidad, nos puede ayudar a superarla.
La jornada se celebra este día porque fue un 30 de enero de 1948 cuando asesinaron a Gandhi, el líder de la no violencia, el que había dicho “no hay caminos para la paz, la paz es el único camino”. Él demostró como con la no violencia se pueden conseguir grandes objetivos. Luego se produjo una gran paradoja, la no violencia fue interpretada como una violencia.
Los cristianos tenemos que ser los primeros en esta materia, seguimos al que nos invitó a perdonar a los enemigos, a amar a los que nos odian, a dar la vida por los demás, como él hizo. Y aunque para nosotros la jornada por excelencia para aprender, vivir y rezar por la paz es el 1 de enero, también nos unimos y queremos que este día, en nuestros colegios, se celebre esta jornada educativa por la paz. Seamos ejemplo para todos de nuestra capacidad de respeto y entendimiento, de nuestro acoger a todos y aceptar al diferente como un hermano. A descubrir que siempre en el otro hay una parte de verdad y un fuerte motivo para amarle y perdonarle. Jesús lo ha hecho, es más, el mismo Jesús está presente en el otro, amarle es amar a Cristo. No nos cansemos de vivir y sembrar la paz y la no violencia en el más amplio sentido de la palabra. Seamos un ejemplo y que, a este propósito, unamos nuestro compromiso de rezar siempre por la paz.
+Vicente Rebollo Mozos.
Obispo de Tarazona.