El día 2 de febrero, fiesta de la Presentación del Señor en el templo como Elegido y Consagrado a Dios, donde se profetiza que será la luz que alumbre a todas las naciones y gloria del pueblo de Israel, se celebra, como cada año, la Jornada Mundial de la Vida Consagrada.
La vida consagrada es un don para la Iglesia y para el mundo a través del servicio que prestan con la vivencia de sus carismas. Me gustaría invitaros a que todos demos gracias a Dios por el don de la vida consagrada que enriquece a nuestra diócesis, dar a conocer, un poco más, su importancia para nuestras comunidades, valorando todo lo que hacen por nosotros; rezar por sus necesidades y por el aumento de vocaciones.
El lema que nos anima es “Aquí estoy, señor, hágase tu voluntad”, a través de él descubrimos cómo la vida consagrada, al igual que María en su Fiat, ofrecen generosamente su vida por el bien de las personas y por el servicio a la Iglesia.
El horizonte que tenemos todos en nuestra vida de creyentes es cumplir la voluntad de Dios. Desviarnos de él es desobedecer a Dios y, por tanto, no alcanzar nuestro objetivo en la vida. Para alcanzar esta meta, la vida religiosa tiene un camino especial, unas ayudas imprescindibles que son los consejos evangélicos: vivir la obediencia, la pobreza y la castidad. A través de ellos, se unen a Cristo e, impulsados por el espíritu, se convierten en testimonio y ejemplo de santidad. Es la vocación de todos los creyentes, pero las personas consagradas están llamadas de forma especial a vivirla y ayudar con su ejemplo a que los demás lo vivan. Esta vivencia se ve enriquecida por la fuerza del carisma particular al que se ha adherido cada religioso. No se elige por mera casualidad, es un soplo del espíritu llegado a la vida de cada consagrado el que les hace asumir el carisma como estilo de vida, como una vocación. Además, no son para beneficio particular de la persona o de la congregación, pues son distribuidos por el Espíritu Santo entre los creyentes para el bien de la Iglesia.
En ese tiempo sinodal en el que la Iglesia se halla inmersa, con ese deseo de que sea un estilo permanente de ser comunidad de creyentes, también la vida religiosa aporta su riqueza en este caminar sinodal. El “hágase tu voluntad” que aparece en el lema, es una invitación a que cada comunidad de vida consagrada contribuya a ser iglesia en camino, en comunión con todo el pueblo de Dios.
Queridos hermanos de la vida consagrada, de nuevo, gracias por vuestro testimonio de entrega y de seguimiento al Señor. Gracias, por vuestros servicios desinteresados a nuestra iglesia en Tarazona. Oramos por vosotros, os ponemos bajo la protección de María. Ella, con su entrega a Dios, es un testimonio de consagración y obediencia a la voluntad de Dios, a la vez que de servicio a todos los hombres. Que con su compañía sigáis creciendo en santidad y en entrega a los demás.
+Vicente Rebollo Mozos.
Obispo de Tarazona.