Hoy es Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Como lo había anunciado el profeta Zacarías, Jesús entra en Jerusalén, sentado en un pollino y es aclamado por la multitud con Ramos de olivo.
Hoy la cuaresma del ayuno, de la renuncia a nosotros, la cuaresma de la oración, de descubrir el rostro misericordioso de Dios Padre, la cuaresma de la limosna, de sentir al pobre como un hermano; da paso a la Semana Santa. Comenzamos la semana en la que, de forma intensa, celebraremos los misterios más importantes de nuestra fe: la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Por eso la llamamos Santa porque comienza la nueva vida de los hombres, porque nuestra condición de pecadores queda sepultada y renacemos a la vida de hijos de Dios para siempre.
Os propongo tres objetivos para tener muy presente, como forma de renovar nuestra fe, de vivir de forma muy activa esta semana y acoger con gran gozo la fiesta de la resurrección de Cristo el día de Pascua.
– Primer objetivo: profundizar en nuestra condición de creyentes. Ojalá se renueve y fortalezca nuestra fe; esa fe viva que nos dice el apóstol Santiago: “la fe si no tiene obras está muerta por dentro” (2,17). Así nos manifiesta que la fe sin obras no es fe, no sirve para salvarnos. Estoy convencido que vais a participar con mucho interés y novedad en todas los actos, que vuestra devoción va a contribuir a que contempléis con plenitud los misterios que celebramos y así os vais a sentir protagonistas de las celebraciones. Esto es lo que nos hace crecer en la fe en Jesús que nos ama hasta el extremo de dar su vida por nosotros, en el Padre que acepta su ofrenda y nos perdona y en el Espíritu que continúa esta acción misericordiosa santificándonos día a día.
– Segundo objetivo: unirnos al hermano que sufre. Contemplar a Cristo Redentor debe abrirnos a sentir cualquier pasión del hombre como la de un hermano nuestro, como la de Jesús mismo. La compasión y hasta el dolor que vas a experimentar en las celebraciones de estos misterios de fe, lo debemos trasladar a las personas que a nuestro lado necesitan caridad. Así extenderemos la Semana Santa al resto del año. Ojalá sintamos con fuerza el impulso al compromiso continuo.
– Tercer objetivo: crecer como Iglesia. En estos días nuestra espiritualidad se alimenta de forma intensa; que nos sirva para crecer en comunión con el Papa, en unidad en nuestra Diócesis y en sentido de participación en nuestras parroquias comunidades u otros grupos, porque es ahí donde vamos a continuar celebrando y viviendo la fe que queremos que estos días salga fortalecida.
Así, llegaremos al Domingo de Resurrección con esperanza creciente, con fe intensa y con la suficiente confianza en nosotros para vivir la caridad de forma comprometida.
Así, comenzaremos el tiempo de ser luz para los demás, el tiempo en el que nos convertiremos en difusores de la feliz noticia de la Resurrección de Cristo y la de todos los que creen en Él.
+Vicente Rebollo Mozos.
Obispo de Tarazona