En Cartas del Obispo, Cartas dominicales

 

Celebramos este día tan querido del Corpus Christi, día que nos recuerda la presencia real de Jesús en el pan y en el vino y, también el compromiso que asumimos cada vez que participamos en la Eucaristía de vivir la caridad de forma concreta con los más necesitados. En palabras de los obispos de la subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social, “al participar con fe en la celebración eucarística, nos unimos profundamente a Cristo y recibimos de Él la fuerza y el amor necesarios para vivir nuestra entrega generosa y servicial a los hermanos”. Esta es la razón por la que este domingo celebramos el día de la caridad, el día de Cáritas.

Ciertamente cada celebración eucarística alimenta nuestra capacidad de amar a los demás, de ser generosos con todos, pero al menos este día lo queremos recordar con especial compromiso y así, agradecer con especial cariño a Cáritas Diocesana su servicio a los más pobres. Con palabras del Papa Francisco, “Jesús se hace frágil como el pan que se rompe y se desmigaja. Pero precisamente aquí radica su fuerza. En la Eucaristía la fragilidad es fuerza: fuerza del amor que se parte y se divide para alimentar y dar vida, fuerza del amor que se fragmenta para reunirnos en la unidad”.

Qué gran compromiso es participar en la Eucaristía, qué gran alimento es recibir la Eucaristía. Ambas afirmaciones son correlativas, me alimento de Jesús para comprometerme por los demás; para vivir este compromiso, necesito alimentarme de Cristo.

La Eucaristía es el gran don que Cristo nos dejó antes de su pasión, anticipa lo que va a ser su muerte y resurrección como entrega de sí mismo a toda la humanidad. Y esto es lo que celebramos, no como un simple recuerdo, sino una realidad cierta, un memorial de algo que se actualiza en cada celebración. Es la fuerza que nos tiene que ir transformando a modo y ejemplo de Jesús, de tal manera, que vivamos nuestra vida como entrega, como el pan que se parte y se reparte, y nos compromete a vivir siempre con una actitud de servicio y generosidad. “Haced esto en conmemoración mía” es una llamada clara a ser otros cristos en la tierra, que no guardan su vida para sí mismos, sino que la dan como un acto de obediencia de Dios y un compromiso.

Cáritas Diocesana nos ayuda a concretar este compromiso. Ellos actúan en los casos en los que se requiere especial capacidad y seguimiento, son el atalaya vigilante que descubren y atienden cualquier necesidad, se implican con gran entrega a su servicio. Pero no suplen nuestro compromiso para vivir la caridad. Tú, yo, nosotros tenemos que ser vivencia continua de caridad. Nos recuerda Cáritas que es la hora del amor, estamos llamados a hacer un poco más visible el amor de Dios desde el amor que nos damos unos otros, llamados a ser instrumentos del amor inagotable de Dios. Nos recuerda que somos oportunidad y esperanza para nuestros hermanos.

Qué gran fiesta la Eucaristía, qué grande este día del Corpus Christi, qué gran alegría y responsabilidad, nos capacita para amar sin límites a los hermanos.

+Vicente Rebollo Mozos.
Obispo de Tarazona

 

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